A estas alturas de Liga y echando la vista atrás a la temporada pasada, no parece arriesgado decir que Álvaro Odriozola es uno de los laterales referentes de la Liga Española. El donostiarra ha sido incluido junto a su compañero Asier Illarramendi en la última lista de Julen Lopetegui para los compromisos internacionales contra Albania e Israel, encuentros que han materializado la presencia de la selección nacional en el próximo mundial. En el primero de ellos, Álvaro completó una gran actuación, asistiendo a Thiago en el tercer gol, exhibiendo velocidad y regate, y mostrando unas sensaciones que manifestaron la aptitud del joven realista; es más, ¡fue el jugador que más ocasiones generó!
Es un dato bastante esclarecedor para comprender la Real actual de Eusebio Sacristán. En las últimas jornadas del pasado torneo liguero ya podía apreciarse de manera embrionaria la potencial jerarquía que podía ostentar el lateral a la vuelta del verano; y así ha sido: Álvaro es el centro de gravedad actual de las fases ofensivas del conjunto blanquiazul. Conduce, encara, regatea y centra de manera incontable a lo largo de los 90 minutos, aumenta las revoluciones y sube el ritmo en cuanto entra en contacto con la pelota. Pero, además, tiene una calidad impropia para un lateral en lo que se refiere a la pausa y al pase.
El anverso de que Álvaro se haya convertido en una fuerza centrífuga del funcionamiento ofensivo -entre otras razones- es que la Real se haya convertido, junto al Eibar, el en equipo más goleado del panorama español. El protagonismo adquirido por el joven lateral desequilibra al equipo en lo que atañe a las fase ofensiva y defensiva: las pérdidas son diferentes con respecto al año pasado, por lo que Illarramendi y Zurutuza no se sienten cómodos a la hora de presionar el balón en los instantes inmediatos a la pérdida; y para más inri, Eusebio no ha dado con la tecla que permita cubrir las espaldas del guipuzcoano, ya que trasladar a esos lares a Illarra, a Zurutuza o a alguno de los extremos debilita, y de qué manera, el sistema de presión de los donostiarras.
El alto nivel en los banquillos de la Liga, ha hecho que los entrenadores detecten esta debilidad, y es por donde están sangrando los blanquiazules. La Real, siempre que ha funcionado, ha funcionado como un equipo compacto dónde cada cual sabe perfectamente el papel que le otorga el técnico de La Seca sobre el tapete. Por lo tanto, es complicado dar con la fórmula que supondría el logro de ese equilibrio en las dos fases del juego y, a la vez, el poder disfrutar de esa imaginación y ese desborde que el bueno de Álvaro ofrece a todo amante del fútbol.
Un lateral debe ante todo saber defender,más vale que lo corrijan que este chaval es una joya.