Franco Vázquez: un bailarín de ballet en tiempos de electrónica

Hoy vamos a analizar quién es y cómo juega Franco Mudo Vázquez. Un bailarín de ballet en  tiempos de música electrónica.

En un deporte tan profesionalizado y avanzado como el actual, donde la fuerza física y la velocidad se imponen al talento y la templanza, todavía quedan supervivientes de ese fútbol “canchero” de toda la vida. Un fútbol ligado a la magia, a la improvisación, al caño más inesperado, al encaramiento al adversario… ¿Cuántos grandes futbolistas se habrán perdido en el fútbol base últimamente por no superar una prueba física en edad juvenil? ¿Se imaginan a un tal Mágico González jugando en primera división hoy día? Yo no. Y es una pena.

Una especie en extinción, que actualmente tiene miembros en activo. Unos jugadores que aun guardan esos valores de la osadía y el descaro, pero que han tenido que apuntalar otros factores si querían sobrevivir en un fútbol como el actual. Hoy vamos a hablar de uno de sus baluartes en el panorama europeo: el Mudo Vázquez.

¿Quién es Franco Vázquez?

Vázquez es un jugador argentino nacido en la región de Córdoba. De carácter introvertido y silencioso; el Mudo, como se le conoce debido a este aspecto, es un espigado y fino enganche zurdo con un aspecto peculiar. Una forma de correr propia, muy fría y extravagante que puede llegar a desesperar debido a una aparente desgana, contrasta con una calidad insólita y una lectura del juego superior al resto.

Franco Vázquez llegó a jugar con Italia.
Franco Vázquez llegó a jugar con Italia. Imagen de Clément Bucco-Lechat, alojada en Wikimedia.

Equipos de Franco Vázquez

Sus inicios en el mundo profesional son en casa, con Belgrano de Córdoba. Un equipo por entonces en la B Nacional que andaba años buscando el ascenso. En una plantilla confeccionada a base de experimentados, la irrupción de Franco fue bestial. De un estilo que recordaba al mismísimo Román Riquelme (de quien Vázquez siempre ha mostrado una gran admiración) lideraba a un equipo que veía como crecía a la par de su canterano.

Y es que hay momentos que marcan la carrera de un futbolista. Pues el momento de Franco Vázquez llegó en  junio de 2011. En una de las mayores sorpresas del fútbol de argentino, River Plate se jugaba su honor para no descender por primera vez en su centenaria historia. Para ponerle frente un Belgrano de Córdoba comandado por Franco Vázquez. Tras dos partidos de altísima tensión, el papel del ahora jugador del Sevilla fue crucial para hacer realidad el sueño del equipo pirata. Estas actuaciones le sirvieron para dar el salto a Europa, hacia un club que buscaba un sustituto para un compatriota de Mudo, Javier Pastore. Así fue como Franco Vázquez recaló en Palermo.

Llegada a Europa y cesión al Rayo para el Mudo Vázquez

Sus primeros pasos en Italia no fueron nada fáciles. Franco notaba la diferencia de ritmo entre el europeo y el sudamericano, teniendo que trabajar mucho para cambiar y adaptarse a las circunstancias. Por ello, decidieron que lo mejor para él era marcharse cedido. Y ahí apareció el Rayo.

Vázquez viajaba rumbo a Vallecas, para intentar apuntalar esos matices de garra y velocidad que hacían falta para complementar su insultante calidad. Sin embargo, el carácter tímido y reservado del argentino contrastaría con la extravagancia y claridad de su entrenador, Paco Jémez. Llegó a decir “no hablo con el míster, sólo trabajo”, lo que nota ver que estas diferencias iban más allá de campo.

Vuelta al Palermo para dar forma a la dupla Franco Vázquez – Dybala

Después de esta experiencia en España, el Mudo volvió mucho más “hecho”, pero aun con algunas carencias sin balón que hacían que los entrenadores Gennaro Gattuso y Giussepe Iachini barajasen otras opciones. Sin embargo, tras el ascenso, la temporada 14/15 sería la de la explosión definitiva, formando un ataque brutal junto a su compañero y amigo Paulo Dybala.

Los dos argentinos firmaron una campaña espectacular, siendo la principal y única variable ofensiva del cuadro del sur de Italia. Una complementación perfecta, donde Franco unía el centro del campo con el acierto goleador de Dybala, en una función mucho más referencial de la actual con la ”Vecchia Signora”. 23 goles entre los dos, hicieron sellar una permanencia holgada para un equipo recién ascendido. Las actuaciones de ambos no pasarían desapercibidas por los grandes del Calcio, y la Juve no dudó de firmar a “la Joya” como sustituto del Apache Tévez.

Tras esta venta, los altos cargos tuvieron que retener a Franco para poder sobrevivir un año más en la élite.  En una temporada muy difícil, el enganche argentino retuvo al equipo en la Serie A, consiguiendo una milagrosa salvación fruto de sus espectaculares actuaciones. Con el trabajo conseguido, era el momento de dar un paso más en su carrera. Influenciado por su amigo y leyenda del club hispalense Maresca, Franco Vázquez llegaba a Sevilla para jugar la Liga de Campeones.

 

Franco Vázquez en el Sevilla: del falso 9 al volante

Desde su llegada en 2016, el Mudo ha experimentado constantes cambios de posiciones ligados a la figura de cada su entrenador. Petición expresa de Sampaoli, los primeros días de Vázquez son muy cerca del área, por detrás de Vietto e incluso como única referencia. Para recordar su debut, en la Supecopa, donde impresionó a toda Europa en una magnífica final donde el Mudo dejaba dejaba ver todo lo que era como futbolista. Una gran capacidad para aguantar el balón junto a una facilidad pasmosa para rebasar líneas del rival con balón controlado y cabeza siempre levantada. Además de su increíble hemeroteca de caños: pisando el balón, dejándolo pasar, de espalda… Uno de los mejores en este vistoso recurso.

Una esencia que ha ido cambiando con la llegada de técnicos. La más significativa llegaría en 2018, con Machín en el banquillo, cuando el futbolista experimenta un cambio notorio de posición. En un centro del campo muy ofensivo, compuesto por Banega como pivote y Sarabia en un papel más anárquico, Franco Vázquez jugaba como volante. Se convirtió en un jugador mucho más completo al sumarle la capacidad de trabajo y el tener que meter la pierna en ocasiones. Con el balón en los pies seguía siendo ese grandísimo futbolista, pero con una ventaja mayor al rebasar líneas desde muy atrás, creando huecos a todos los futbolistas más adelantados. Esto le sirvió para vestir la camiseta de Argentina, a la que había renunciado en su etapa en Palermo al calzarse la “azzurra”.

Una herencia que le ha permitido ser un jugador más aprovechable en diferentes sistemas gracias a este dinamismo. Por ejemplo, este año con Lopetegui, ha disfrutado de minutos como volante de nuevo, algo más arropado con la presencia de otro futbolista más defensivo que Banega en la posición de pivote, como lo es Fernando.

El caso de Mudo es el de la transformación de este deporte, y la necesidad de reinventarse que tienen aquellos “bailarines incomprendidos” si quieren triunfar en un fútbol tan físico y profesionalizado. Todo esto con la esencia de siempre del jugador “canchero”, la de levantarte del asiento para recriminarle o para simplemente rendirse a los pies de una obra maestra. Larga vida a Mudo, larga vida a los incomprendidos.

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