Las bromas injustas de Amunike

Escuchar el nombre de Amunike provoca, por lo menos, medias sonrisas entre los aficionados al fútbol, que lo ven como uno de los mayores fiascos de un club tan grande como el F.C. Barcelona. Algo injusto, en el fondo y en la forma, sobre todo viendo los fichajes que llegaron años después por rendimiento y coste, léase Geovanni, Dugarry o Chigrinskiy por ejemplo.

En realidad no es algo que tenga un motivo concreto, no hay una razón pura y dura que justifique el acoso y derribo que ha sufrido Amunike desde su salida del Barcelona más allá de un bajo rendimiento, sin embargo es ciertamente extraño el (mal) recuerdo que se tiene del nigeriano en comparación con otros jugadores que cayeron en el olvido. En el caso del africano, lo cierto es que las cosas no le salieron bien desde el primer momento, al pobre sólo le faltó que le cayese la Sagrada Familia encima para acabar de coronarse, y es que en su carrera cayó en picado tras firmar por el club azulgrana… y nunca repuntaría. Pero empecemos por el principio.

Repaso a la carrera de Amunike

Nacido el día de Navidad de 1970 en la nigeriana ciudad de Eze Obodo, el primer contacto con el profesionalismo lo tendría en su país natal, sin embargo pronto las cualidades del joven futbolista llamaron la atención de uno de los más grandes conjuntos de toda África, el Zamalek egipcio, club del que también salió otro “juguete roto” como Ahmed Hossam, más conocido como “Mido”.  Su nombre empezó a resonar en los ojeadores europeos que visitaban la zona en busca de jóvenes talentos que reclutar, el nigeriano corría la banda como pocos y su calidad destacaba por encima del resto en una liga menor como la egipcia. Tan rápido llamó la atención que con las prisas su nombre fue fonéticamente mal traducido, un nombre que le acompañaría en el mundo del fútbol para siempre, y es que el bueno de Amunike en realidad siempre se apellidó Amuneke.

Amunike en una alineación del Sporting Club, abajo a la izquierda.
Amunike en una alineación del Sporting Club, abajo a la izquierda. (Craques e Flops Leoninos)

El Sporting de Portugal anduvo con ojo avizor e incorporó al joven extremo para su plantilla de la temporada 94-95 con la intención de ir rodando al chaval, pues aquel plantel contaba con jugadores de renombre como Naybet, Balakov, Sa Pinto o Cadete. Ah, y un tal Luis Figo, con el que se vería años más tarde en Barcelona. Tras una primera temporada que iba a ser de adaptación, Amunike jugó 28 partidos y marcó 8 goles, rompiéndola definitivamente en la segunda con 34 partidos y 9 goles, todo desde el extremo izquierdo, donde desbordaba gracias a su velocidad y zancada.

Ni más ni menos que 600 millones de las antiguas pesetas fueron los que desembolsó el Barça por Amunike, un fichaje caro para aquella época, pero también un fichaje que llegaba con las mejores referencias posibles, no lo olvidemos, a pesar de que algún técnico destacó como su mejor cualidad “el saque de banda”, frase que todavía persigue al bueno de Amunike. De no haber recalado en el F.C. Barcelona, seguramente el africano habría pasado a engrosar alguna de las plantillas del Calcio, que por aquel entonces derrochaba liras a gogó por cualquier jugador que tuviese eco en el mercado internacional. Un año antes Amunike había marcado el gol decisivo para su selección en toda una final de los Juegos Olímpicos, el tercero de la cuenta para una Nigeria que seguramente llegó a tener el mejor plantel africano de selecciones que se recuerde, un equipo en el que Amunike lucía el 14 junto a jugadores como Kanu, Oliseh, Jay- Jay Okocha, Ikpeba, Babangida o Yekini, batiendo a una Argentina que se presentó en Atlanta ´96 con la base de jugadores que iban a jugar los siguientes dos Mundiales, incluyendo a Diego Pablo Simeone, Matías Almeyda, Claudio López,»Valdanito» Crespo o Ariel Ortega, un partido que ha adquirido más relevancia si cabe con el paso de los años por el peso de los futbolistas en liza.

Amunike fue campeón olímpico con Nigeria en Atlanta ’96

En enero del 97 Amunike ya era jugador del Barça, que en aquel entonces vivía una especie de guerra civil tras la marcha de Johan Cruyff. En esa temporada un mito como Bobby Robson entrenaba al equipo de la ciudad condal, una única temporada en la que a parte del fichaje de Amunike sería recordada por ser también el año en el que Ronaldo, el gordito, arrasaría con todas y cada una de las defensas de nuestra liga, ganando su primer Balón de Oro al año siguiente. Lo cierto es que su fichaje no se entendió en ningún sector de la grada del Camp Nou, que veían al nigeriano como una competencia innecesaria para dos de sus ojitos derechos, Hristo Stoichkov, que acababa de volver tras su aventura en el Parma, y Roger García Junyent, que formaba parte de la llamada “Quinta del Mini” que lideraba Iván De la Peña.

El caso es que Amunike llevaba arrastrando problemas en la rodilla desde hacía meses, mucho antes de esa histórica final contra Argentina, sin embargo el nigeriano nunca le concedió ninguna importancia, tampoco el Barcelona, que rubricó el contrato previamente a que el jugador pasase el reconocimiento médico. En principio no hubo demasiados inconvenientes, el jugador disputó aquella campaña 19 partidos, en los que sólo tuvo tiempo de rubricar un gol, la grada del Camp Nou no vio por ninguna parte a aquel extremo veloz y decisivo que le habían prometido, aunque todo hay que decirlo, tampoco a un paquete inútil cuya máxima virtud era el saque de banda. Su carrera acabó prácticamente ahí, ya no tendría más oportunidades. El africano pasó por el quirófano para operarse una rodilla que se le hinchaba constantemente y que pese a no impedirle jugar, sí le negaba un rendimiento máximo. Su recuperación se alargó, Amunike encadenó una operación de rodilla con otra, primero la derecha, después la izquierda, y así sucesivamente hasta un total de tres años en blanco. Ya no era un jugador de fútbol, aunque todavía no lo sabía. Sobra decir que tampoco acudiría al Mundial de Francia 98, de infausto recuerdo para España, que cayó derrotada en el primer partido precisamente contra Nigeria.

Libre de su compromiso con el F.C. Barcelona, Amunike firmó por el Albacete Balompié de la Segunda División de nuestro fútbol. Su figura, que siempre había sido algo regordeta, pasó desapercibida hasta ese momento por la velocidad que exhibió hasta su lesión, sin embargo en La Mancha empezaron a surgir las dudas sobre su físico. Poco importaba ya, sus rodillas no aguantaban el rigor del fútbol profesional. Apenas dos años  y 17 partidos después Amunike se retiraba con 31 años. Los cánticos en contra de su compañero Luis Enrique asociados a la figura del nigeriano aparecerían poco tiempo después, si es que no habían aparecido ya, unos cánticos que el ahora entrenador azulgrana llegó a definir como “racistas”.

Amunike el día de su presentación como jugador del Barcelona, junto a Núñez.
Amunike el día de su presentación como jugador del Barcelona, junto a Núñez. (Marca)

Amunike, que siempre tuvo una personalidad afable y tranquila, fue muy querido en aquella plantilla blaugrana. “Manolo”, como le conocían sus compañeros tuvo una ética de trabajo impecable y una actitud irreprochable a pesar de que sus rodillas no daban más de sí. El gusanillo del fútbol le duró un año más tras su salida del Albacete y después de unos meses alejado del fútbol decidió volver a jugar en el Al-Wihdat de Jordania, donde decidió que ya había tenido bastante.

La figura de Amunike tras su retirada

Lo lógico habría sido que el nombre de Amunike hubiese quedado aparcado en el olvido, como otros futbolistas con poca suerte en un equipo de la magnitud del Barça. ¿Acaso no se acuerdan de Jari Litmanen o Frederick Dehu? Por unas cosas o por otras el nombre de Amunike quedó impregnado de desprecio y mofa, siendo recordado como uno de los peores futbolistas que ha pasado por nuestra liga. ¿Realidad o ficción? Seguramente más mito que otra cosa, más teniendo en cuenta las terribles lesiones sufridas por el jugador.

Amunike en su etapa como residente de Santander.
Amunike en su etapa como residente de Santander. Fuente: marca.com

Años más tarde Amunike decidió explotar las burlas y realizó una serie de spots publicitarios para la marca de automóviles Renault, que le catapultó a la fama e hizo crecer todavía más el cachondeo en torno a su figura. En aquellos anuncios, por cierto, enseñaba su mítico “saque de banda”. El gran éxito de aquella publicidad tuvo su réplica en otros de igual calibre, esta vez protagonizados por Robert Prosinecki, otro jugador con más talento del que mucha gente cree, aunque mucho menos profesional que nuestro Amunike, eso sí.

Tras su retirada nuestro protagonista de hoy se fue a vivir al norte, concretamente a Santander, donde entrenó durante un tiempo a un equipo local. Más tarde probó fortuna en los banquillos con el Julius Berger nigeriano, equipo con el que empezó a dar sus primeros toques de balón, y el Ocean Boys, también nigeriano. Durante un tiempo fue además uno de los comentaristas de Al Jazeera Sports y miembro del cuerpo técnico del Manchester United. Su personalidad y el hecho de conocer varios idiomas le ha abierto muchas puertas, ¿se lo imaginan entrenando a un equipo español? Pues por preparación no será, Amunike posee los tres niveles necesarios para entrenar en nuestro país y llegó a ser campeón del mundo sub-20 siendo uno más del staff técnico de la selección de Ecuador.

Vídeo del famoso spot de publicidad protagonizado por Amunike

En la actualidad Amunike se encarga de la dirección del Al Khartoum sudanés, donde sigue formándose para, quién sabe, ser algún día un entrenador de élite que pueda enseñar algo más que su saque de banda. Sobre los insultos recibidos llegó a declarar en el periódico Mundo Deportivo:

Yo no escuché ningún insulto de ese tipo y, aunque no creo que moleste a Luis que le relacionen conmigo, no tiene sentido. Es más, ni perderá el tiempo cuando se le relaciona conmigo con esas palabras. Ni le interesará lo más mínimo. Tampoco entiendo que los medios le deis la importancia que siempre le dais (…)Tengo muy claro que en el mundo que yo deseo debe imperar el respeto. Hay que respetar a los demás porque, si no es así, vamos mal. Repito que a Luis Enrique le deseo lo mejor como persona y como entrenador. Además, he de decir que lo que pase fuera de un terreno de juego, ni me interesa, ni le presto atención.

Aunque en el Barça vivió su decadencia futbolística Amunike se define “como un barcelonista más”,  a pesar de que reconoce no tener contacto con ninguno de los que fueron sus compañeros y desearle suerte a José Mourinho, con el que llegó a coincidir en su etapa en Barcelona. Un jugador incomprendido e injustamente vejado pero que, a pesar de todo, mantiene intacta la personalidad apacible con la que llegó hace casi veinte años a España y nunca la abandonó.

¿Te acuerdas del Amunike futbolista? ¿Crees que las mofas ha sido excesivas? ¿Era realmente tan «malo» como dicen?

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