Italia Brasil España 82 o el día que murió el fútbol
La Copa del Mundo celebrada en 1982 en España ha pasado a la historia como uno de los más singulares campeonatos que se hayan celebrado. Desde el lamentable papel desempeñado por la selección anfitriona que no logró pasar de la segunda fase, pasando por el escandaloso amaño que protagonizaron Alemania y Austria en El Molinón y que merecería una reseña a parte…
Pero, sobre todo, es un campeonato que ha calado en la memoria por dos extraordinarios equipos: uno, la Francia de Platini, fue derrotada en una dramática semifinal por Alemania.
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Pero el conjunto que nos interesa en este artículo no es otro que el Brasil de Zico, ‘’el Pelé blanco’’, pero también del elegante Sócrates, del gran Falçao, del poderoso Toninho Cerezo, del potente Éder… Todos esos fantásticos jugadores de los que hablaremos en breves momentos. Pero también de Italia, un equipo que nadie esperaba, pero que demostró que la convicción, la disciplina y el orden defensivo son armas tan válidas como el fútbol de toque.
Italia Brasil España 82: el contexto
Tenemos primeramente que situar el contexto en que se disputó tal partido. España 82’ fue el primer campeonato con 24 equipos, lo que obligó a formar seis grupos para la primera fase. Los dos primeros clasificados de cada grupo pasaron a la segunda ronda, formada por cuatro grupos de tres equipos, de los que solo el campeón accedía a las semifinales.
Italia Brasil España 82: así llegaba Italia
Italia llegó, como casi siempre, en medio de las acerbas críticas de la prensa transalpina, unas críticas que iban más allá de lo meramente deportivo. Se había publicado que Paolo Rossi y Antonio Cabrini mantenían una relación sentimental, rumor nacido porque se les vio asomarse a una ventana sin camiseta. También se acusaba a los futbolistas de frecuentar locales nocturnos y consumir drogas. A esta situación se unía le enemistad entre los jugadores y los dirigentes por el asunto de las primas. El pobre juego desempeñado en la fase de clasificación y los amistosos previos parecían ser señales de un desastre para el combinado italiano.
En la primera fase, Italia logró su clasificación como segunda de grupo después de empatar sus tres partidos: con Polonia (0-0), Perú (1-1, gol de Conti) y Camerún (1-1, gol de Graziani). En la segunda fase, quedó encuadrada con Brasil y Argentina. En un partido muy competido, la Nazionale tumbó a la campeona del mundo por 2-1, gracias a tantos de Tardelli y Cabrini. Brasil también había vencido a la Albiceleste, por lo que todo se decidiría en el duelo entre ambas.
A la hora de analizar el once que salió a competir aquel día, nos encontramos con que hasta seis futbolistas jugaban en las filas de la Juventus de Turín: el veteranísimo guardameta Dino Zoff (con cuarenta años, disputaba su cuarta Copa del Mundo), y tres de los cuatro hombres que integraban la línea defensiva: Gaetano Scirea, Claudio Gentile (que se pegó a Zico todo el partido), y el lateral zurdo Antonio Cabrini. También eran del conjunto turinés el mediocentro Marco Tardelli y el delantero Paolo Rossi, del que conviene hablar un poco más. Ningún otro jugador en la historia ha encarnado de forma tan radical y consecutiva los papeles de demonio y ángel, y posiblemente ningún otro deba una fama universal a tan pocos partidos y tan pocos goles. Fue sin duda uno de los mejores jugadores italianos de su época, delantero fino y sutil, no destacaba por unas condiciones o una técnica especialmente buenas, sino más bien por un oportunismo, por ese instinto tan característico del hombre de área. En 1980 se vio envuelto en un escándalo de apuestas y fue suspendido por dos años. Pudo jugar el Mundial 82’ gracias a una oportuna reducción de condena. Pero sigamos, el Inter de Milán aportaba al defensa Fulvio Collovati y al centrocampista Orialli y también a Bergomi y Marini, que salieron desde el banquillo. La Fiorentina aportaba a Antognoni y al ya veterano Graziani. Para terminar, el extremo derecho Bruno Conti militaba en las filas de la Roma. El entrenador del conjunto transalpino era Enzo Bearzot, que había sido ayudante del antiguo seleccionador Ferruccio Valcareggi en México 70’ y Alemania 74’ y que había tomado las riendas de la Azzurra en 1975.
Italia Brasil España 82: así llegaba Brasil
El Brasil del 82’ es considerado de forma generalizada como uno de los mejores equipos que han existido. De hecho, muchos románticos apuntan a que su derrota en Sarriá el 5 de julio de 1982 puso el punto final al Jogo bonito, y en parte es cierto, ya que después de este Mundial, Brasil no ha vuelto a deleitar al mundo con el fútbol que siempre la ha caracterizado (sí en México 86’, pero a un nivel bastante por debajo al mostrado en España), es cierto que la Canarinha ha ganado dos Mundiales desde entonces, pero nunca ha vuelto a enamorar al mundo como si lo hizo en esta ocasión.
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Brasil llegaba a la Copa del Mundo con enormes expectativas. Después del fracaso del fútbol europeizado propuesto por Coutinho en Argentina 78’, se eligió como sucesor al apóstol del jogo bonito, Telê Santana, que gozaba de gran prestigio en Brasil a pesar de su corto palmarés. Su idea de fútbol se sustentaba en la defensa radical del juego tradicional brasileño, basado en la calidad individual, la habilidad y el ataque despreocupado.
Para llegar hasta este partido Brasil había realizado algunas de las mayores exhibiciones de fútbol que se recuerdan, venciendo en un complicadísimo partido a la URSS (2-1, goles de Sócrates y Éder), aplastado a Escocia (4-1, goles de Zico, Óscar, Éder y Falçao) y vapuleado a Nueva Zelanda (4-0, con goles de Zico –en dos ocasiones- Falçao y Serginho). En la segunda fase había vencido en un gran partido a la Argentina de Kempes y Maradona (3-1, con tantos de Zico, Serginho y Júnior). Las exhibiciones del conjunto brasileño le granjearon la admiración de todos los hinchas del mundo, parecía que por fin habría una digna sucesora para el Brasil de Pelé. A la Canarinha le bastaba con empatar para pasar a semifinales, pero lo que parecía el antepenúltimo escalón a la gloria se convertiría en una pesadilla.
Italia Brasil España 82: un Brasil legendario
Aquel equipo fantástico basaba su juego en los cuatro hombres del medio campo: Zico (Flamengo), quizá el mejor jugador del mundo (al lado de Platini), tras el declive de Cruyff y Beckenbauer y la confirmación de Maradona. Más bien bajo y con un físico endeble, poseía un juego poético que hacía levantarse de los asientos a los espectadores con un regate o con uno de sus característicos pases al espacio. Maestro en los lanzamientos de falta y penaltis, su mala suerte en los mundiales y su tardía llegada a Europa, le impidieron ocupar un escalón más alto en el escalafón de la historia. A su lado se encontraba Sócrates (Corinthians), uno de los jugadores más singulares de todos los tiempos. Licenciado en medicina y comprometido con las ideas de izquierda, entrenaba poco y fumaba como un descosido. Alto y desgarbado (medía 1,90), destacaba por una técnica y una elegancia exquisitas. Falçao (Roma), era menos espectacular que los dos anteriores, pero era un organizador de primer nivel, trabajador en las tareas de recuperación de balón y acostumbrado a la dureza del fútbol europeo, ayudaba con su experiencia a aportar temple al mediocampo. El cuarteto de mediocampo lo completaba el poderoso Toninho Cerezo (Atlético Mineiro). La zaga la formaban cuatro hombres muy solventes: Leandro y Júnior (-ambos del Flamengo- este último jugaba de lateral izquierdo, pero poseía una calidad técnica y una visión de juego extraordinarias, que le permitían mirar de tú a tú a los mejores centrocampistas del mundo), Luizinho (Atlético Mineiro) y Óscar (Sao Paulo). Arriba a la izquierda jugaba Éder (Atlético Mineiro), que destacaba por una gran calidad y por un potente disparo. Pero esta selección tenía dos puntos débiles en los dos puestos clave del equipo, el portero Waldir Peres (Sao Paulo), era muy inseguro y en punta se encontraba Serginho (máximo goleador de la historia del Sao Paulo), un jugador osco y torpe, cuyo primitivo fútbol desentonaba totalmente con el que practicaban el resto de sus compañeros de equipo. Para terminar, aquel día también saltó al campo Paulo Isidoro, un habilidoso delantero del Gremio.
Italia Brasil España 82: 1ª parte
A las 17 horas de una cálida tarde de julio el balón echó a rodar en la Ciudad Condal. Brasil, confiado en su superioridad, impuso rápidamente su juego de combinaciones rápidas y al primer toque. Los italianos, presentaban las líneas bastante juntas, con el fin de neutralizar a los hombres del medio campo brasileño, la estrategia italiana se basaba en esperar y confiar en algún contraataque que pudiese aprovechar su rápida delantera. Sin embargo, fue Italia la que se adelantó en el marcador. Tras una buena jugada por banda derecha, Conti cambió el sentido del juego hacia Cabrini, que incorporado al ataque metió un preciso balón desde la izquierda, donde apareció Paolo Rossi para anotar el primer gol del partido tras adelantarse a un impertérrito Júnior (1-0).
A pesar de este contratiempo, Brasil siguió practicando su juego con total comodidad, en el minuto 12, Sócrates combinó con Zico, quien en una extraordinaria acción se libró de Gentile con un toque de tacón y con una precisión milimétrica puso un balón al espacio, allá apareció Sócrates, que empató el partido con un disparo al palo defendido por Zoff (1-1). Nadie dudaba que el partido se convertiría en una nueva exhibición de los brasileños, pero el caprichoso dios del fútbol hizo que Rossi, un jugador que hasta este momento había hecho un campeonato pésimo (mantenido en el once por Bearzot contra viento y marea) se anticipase a un pase horizontal de Toninho Cerezo y de un potente disparo volviese a colocar a Italia por delante en el marcador (2-1), el error de Cerezo ejemplifica el exceso de confianza en su superioridad que tenían los brasileños, y que a la larga les perjudicaría. Brasil, algo desconcertada no logró empatar el partido antes del descanso, topándose con la firme zaga italiana y el segurísimo Zoff bajo palos. No obstante, se esperaba que Brasil se llevase sin mayores dificultades el partido en la continuación del encuentro.
Italia Brasil España 82: 1ª parte
La segunda parte comenzó con los brasileños volcados al ataque, la Canarinha empujó a los italianos hasta su campo, creando un buen número de ocasiones que sin embargo fueron desbaratadas por el gran Dino Zoff, segurísimo en todas sus intervenciones. No obstante, la resistencia italiana cedió por fin en el minuto 65, cuando Falçao logró el tanto del empate gracias a un golazo con la izquierda desde fuera del área (2-2). Cualquier otro equipo, a falta de poco más de veinte minutos, se habría echado a tras a guardar la ropa, pero no este Brasil plagado de fenómenos y dirigido por Santana. Los brasileños se lanzaron al ataque, disponiendo de alguna que otra ocasión para ponerse por delante. En el minuto 29, Peres concedió un saque de esquina a Italia, los brasileños, poco acostumbrados a marcar al hombre, dejaron rematar a Tardelli, el tiro fue desviado por el hombre del día, Paolo Rossi, quien puso el definitivo 3-2 en el marcador. Con poco tiempo por delante, la Canarinha se lanzó al ataque, asediando el área italiana sin suerte. La desesperación brasileña se hizo patente, por ejemplo, en un tiro de falta de Éder desde más de 40 metros. Todavía tuvo una última oportunidad Brasil, a dos minutos para el final un cabezazo de Óscar a partir de un saque de falta estuvo a punto de empatar el partido, pero Zoff con una estirada felina logró detener el balón sobre la misma línea de gol.
España 82: Italia campeona
La derrota de Brasil abrió el camino de la gloria para Italia, que se deshizo en semifinales de Polonia (2-0, con dos tantos de Rossi), y se impuso en la final a Alemania (3-1, con goles de Rossi, Tardelli y Altobelli), logrando el tercer de los cuatro campeonatos logrados hasta este momento.
El partido que acabamos de narrar ha pasado a la historia como uno de los más significativos y emotivos del fútbol moderno. Sócrates y Zico afirmaron tiempo después que aquel día ‘’murió el fútbol’’. Sócrates apunta en su autobiografía que aquella derrota marcó un punto de inflexión en Brasil, tornándose cada vez más importante la obtención de resultados y adquiriendo cada vez más el pragmatismo de los europeos. Si bien es cierto que el fútbol ‘’murió’’ aquel día, no se puede decir que fuese ‘’asesinado’’, ya que Italia hizo un partido notable, explotando al máximo las debilidades brasileñas y defendiendo con uñas y dientes su resultado.
Para terminar, tomamos prestada la voz de José Ángel Álvarez en su ‘’Historia del fútbol’’:
El 3-2 definitivo abría las puertas del título a una Italia que se fue agigantando a medida que transcurría el campeonato y las de la gloria eterna a los últimos románticos del fútbol, aquellos solistas que ejecutaban su sinfonía sin portero, sin delantero centro y mirando siempre hacia delante. En la memoria de los aficionados permanecerá para siempre el Brasil de España-82 como uno de los grandes equipos sin corona, junta a la Hungría del 54 y la Holanda del 74’. Sólo el Brasil campeón en 1970 luce en el crisol del recuerdo con la misma intensidad que los tres grandes perdedores de la historia de la Copa del Mundo, aunque algunos sigan afirmando que lo único que cuenta es el resultado y que a nadie le importa cómo se consiguen los triunfos.
Italia Brasil España 82: Ficha técnica
Italia: Zoff; Collovati (Bergomi 34’), Gentile, Scirea, Cabrini; Antognoni, Orialli, Tardelli (Marini 75’), Conti; Graziani y Rossi.
Brasil: Waldir Peres; Leandro, Óscar, Luizinho, Júnior; Toninho Cerezo, Falçao, Sócrates, Zico, Éder; Serginho (Paulo Isidoro 69’).
Árbitro: Abraham Klein. Amonestó por parte de Italia a Gentile y Orialli.
Goles: Rossi (min. 5, 25 y 74) para Italia. Sócrates (min. 12) y Falçao (min. 68), para Brasil.
Estadio: Sarriá (Barcelona).