Hace un año era la final alternativa para muchos. Por el Este, los Cavs con LeBron en busca de un nuevo anillo. Por el Oeste, los Rockets, la alternativa a la tiranía de Golden State. Ya lo dice la canción, sorpresas te da la vida. Y un año después los dos equipos están sumidos en una espiral de pesimismo.
La vida sin LeBron James, capítulo 2
Por mucho que fuera esperada, la segunda marcha de James ha dolido. Cierto es que la temporada pasada de Cleveland era la crónica de un divorcio anunciado. A la mala planificación tras el traspaso de Irving, se sumó el intento por reconducir la dubitativa temporada pasada con la llegada de Clarkson y Hood.
Movimientos que dejaban claro que en la franquicia temían que de nuevo “El Elegido” tomara la puerta de salida. Un miedo que se hizo realidad tras el barrido en la Final. Ese 4-0 que le endosaron los Warriors puso en evidencia que el proyecto de James en su tierra natal había vuelto a llegar a su fin.
Al contrario que en 2010, esta vez los aficionados de Cavs no tenían rabia. Habían asumido que una vez cumplida su promesa de traer el título a la ciudad, no podían pedir más a su héroe.
Una ciudad deprimida
Y claro, esa depresión se ha instalado en “The Q”. El récord del equipo tras el primer mes de competición es de 2-11. Situados en el furgón de cola. En una temporada que debe ser tomada como punto de inicio de reconstrucción.
Dicen que cuanto todo va mal, siempre puede ir a peor. Apunten en la lista de desgracias: Kevin Love, quien debía dar un paso al frente lesionado en los primeros partidos de liga y se perderá mínimo un mes de competición. Korver puede salir traspasado. J.R. que quiere ser traspasado. Y para colmo de males los veteranos no están contentos con la actitud del rookie Collin Sexton.
En definitiva, una temporada que no augura muchas buenas noticias en el estado de Ohio. La única buena es que serán sede del All Star en 2022.
Houston Rockets, tenemos un problema
La célebre frase viene como anillo al dedo en la franquicia tejana. Pero comparado con el caso anterior, más que el récord (que sí es malo 6v-7d) lo que preocupa son las sensaciones. 27º de la NBA en rating ofensivo, 29º en anotación, 30º en porcentaje de tiro. Muy difícil con esas cifras presentarse como candidato a nada en un Oeste ultra competitivo.

¿Qué ha cambiado en Houston durante el verano?
Sobre todo ha cambiado el concepto. El año pasado se apostó por añadir a su potencia ofensiva, una defensa que pudiera plantar cara con la llegada de Mbah a Moute. Junto con Ariza y Tucker, debían ser quienes ayudaran en ese asalto al trono de la conferencia en manos de Golden State.
Pero esa vuelta de tuerca defensiva chocaba con la idiosincrasia de D’Antoni. Así que en los despachos se apuntó por volver al 7 segundo o menos. Mientras tanto, buscaban desesperados una pieza que unir a sus dos estrellas (Paul y Harden). El único pez gordo que se consiguió fue Carmelo Anthony.
Melo llegaba con la vitola de estrella en caída libre. Tras un mal año en OKC y su fichaje por Houston fue cuestionado desde antes de que el jugador pusiera un pie en su nueva ciudad.
Lo que mal empieza…. ¿mal acaba?
Y con un mes de competición, varias fuentes apuntan a que el tiempo de Carmelo en la franquicia puede haber llegado a su fin. No sería justo culpar de todos los males a Melo (se echa de menos la defensa de Ariza). Pero los números del alero no ayudan en ataque: 13,4 puntos con un 40% en tiros y un 33% en triples. Y en toda la temporada sólo suma 5 asistencias y 4 robos por 8 pérdidas.
Si los Rockets quieren seguir siendo un aspirante al anillo, necesitan dar un giro de 180 grados antes de que el abismo que les separa de ser candidatos al título sea casi insalvable.