En este artículo se encuentran dos de los testimonios más claros del porqué del éxito y la ética de trabajo de Kobe Bryant.
Escucha nuestro podcast más triste y emotivo. Hasta siempre, Kobe. Y gracias.
Son las 3 y media de la mañana. Al mismo tiempo que los casinos de los mejores hoteles de Las Vegas empiezan a quedarse sin gente, él recibe una llamada. Estaba a punto de meterse en cama y descansar para la sesión del día siguiente. Pero resignado, decide cogerla. Al otro lado de la línea, y con una voz mucho menos somnolienta que la suya, alguien le pide ayuda. Le pregunta que si la oferta del día anterior de echarle una mano cuando lo necesitara sigue en pie. Y él, sin más remedio, se viste, coge el coche, y va al pabellón. Cuando llega es una hora más tarde, y en medio de la solitaria pista hay un solitario jugador, empapado en sudor y con un número a la espalda. El 24.
Kobe Bryant, un obseso del trabajo
Nos situamos en el año 2012. Mientras las olimpiadas de Londres se avecinan, el combinado estadounidense está concentrado, como viene siendo habitual, en Las Vegas. Entre los jugadores, uno destaca sobre el resto. A pesar de sus 33 años, Kobe sigue siendo una de las estrellas que más brilla de toda la constelación que allí se encuentra. Así lo saben todos. En un momento dado, empieza a conversar con un preparador, el protagonista del párrafo de arriba, con el que intercambia números.
Y volvemos a la situación de antes. Después de más de una hora con ejercicios de lanzamiento a canasta, el gimnasio fue el encargado de dilucidar y comprobar esta ética durante 3 cuartos de hora. Al acabar, el integrante del cuerpo técnico se va al hotel. Eran las siete de la mañana. Cuando llega al día siguiente a las 11 de la mañana se encuentra grupos formados por varios jugadores, y a Kobe tirando solo en una de las canastas, que estaban vacías en ese momento. Se acerca para saber a qué hora acabó los ejercicios, y la respuesta de Kobe le deja seco, sin palabras.
«Ahora mismo. Me puse de objetivo anotar 800 tiros, y esta ha sido mi canasta nº 800».
Kobe Bryant, siempre el primero en llegar a entrenar
Otro ejemplo más fue el que ocurrió durante la temporada 1999-2000 (testimonio sacado de kiaenzona.com) y que tuvo como protagonista a John Celestand, por aquel entonces jugador de la franquicia angelina. Él siempre contaba con llegar el primero a los entrenamientos del equipo, pero Kobe siempre le arrebataba este logro. Su oportunidad llegó cuando, tras un enfrentamiento con los Washington Wizards, la «Mamba» sufrió una lesión de muñeca y tuvo que abandonar los partidos y entrenamientos por un tiempo, al tener la mano derecha escayolada. La sorpresa de Celestand llegó cuando, yendo tranquilo y confiado (a su pesar) a entrenar, se encontró a alguien en la pista de los Lakers. Era Kobe Bryant, ya sudando, y tirando a canasta con la mano izquierda.
La ética de trabajo, la razón del éxito de Kobe Bryant
Estas dos historias muestran y ejemplifican por qué Kobe Bryant ha llegado a ser uno de los mejores jugadores de la historia. Y por qué, cuando tuvo una horrible lesión en el Tendón de Aquiles en medio de una hazaña digna de leyendas (casi clasificar él SOLO a los Lakers a PO), tardó menos de lo previsto en recuperarse (los plazos son de 6 a 9 meses, y el tardó 5 y medio). Y volvió con fuerza, aunque sólo pudiera disputar 6 partidos por una lesión de rodilla y una segunda operación en el Aquiles.
Porque si hay algo que caracteriza a «The Black Mamba», es su tesón, su fuerza, su capacidad para sobreponerse a cualquier cosa, y su talento. Ese talento que, a pesar de las 22 lesiones que sufrió durante su carrera, le permitió, en el último coletazo de su carrera, y tras decir «Mamba Out», anotar 60 puntos contra los Utah Jazz, con nada menos que un Game Winner incluido, y dejándoles sin PO.
Eso caracteriza a Kobe Bryant, el 2º mejor jugador de la historia (se me criticará por esto, pero es lo que pasa cuando uno da su opinión). Y uno de los jugadores más «Clutch» de todos los tiempos. Y todo gracias a la práctica, y a la repetición. Así es como los alumnos (de MJ) pasan a ser maestros.
