El Centenariazo es una réplica casi exacta del Maracanazo. Y me explico. Se trata de los dos equipos históricamente dominadores del fútbol, Brasil y el Real Madrid, contra rivales aparentemente asequibles, pequeños, humildes, Uruguay y Deportivo de la Coruña. Brasil construyó un estadio entero, el más grande visto jamás, para albergar la final del Mundial, el Maracaná; y el Real Madrid obligó a que la final de la Copa del Rey fuera en el Santiago Bernabeu, se creó un himno para la ocasión, todo para celebrar el Centenario en casa. En ambos casos, no se trataban de partidos de fútbol, sino de fiestas-homenaje, en la que los equipos anfitriones habían invitado a un sparring con el que divertirse y para mayor gloria de su afición y mayor pompa iban a jugar con ellos y apalizarlos. Ya estaban preparados los fastos y las celebraciones y apenas se hablaba de lo importante, el partido.
Además y centrándonos en el Centenariazo, el Madrid era, ya no un equipo de fútbol, eran “Los Galácticos” (Zidane, Figo, Raúl, etc). Eran un rival imbatible y en su propia casa ante un equipo menor en la historia del fútbol, pero… al Madrid le faltaba una sola cosa, la humildad, y esta falta de humildad empequeñeció sus virtudes futbolísticas.
Centenariazo: el partido
Cuando llegó el partido, el Dépor, con un buen equipo, en el que destacaban Fran, Mauro Silva en el final de sus carreras, Diego Tristán, Valerón o Djalminha, etc. pero sin ser el mejor Dépor de la historia, que llegó a ser muy bueno (sólo Valencia y Dépor pudieron pelear de tú a tú contra el Madrid y el Barça en esos años), ganó la final en el Bernabéu, 1-2 con goles de Sergio y Diego Tristán para poner el 0-2 en la primera parte, reduciendo en el segundo tiempo Raúl. Pero no sólo ganó, es que fue justo vencedor, el Madrid, ni aún viéndose en desventaja fue capaz de acorralar al Dépor, el estadio se iba quedando mudo, y la afición coruñesa empezó a crecerse y a llevar a su equipo en volandas, de tal manera que cuando concluyó el partido, nadie se podía creer lo que había visto, no podía ser, el mito había caído, la torre de Hércules había destrozado a la diosa Cibeles, el madridismo tuvo que bajarse del carro de su diosa que hasta ese momento les había hecho creer invencibles. David contra Goliat. Humildad contra soberbia.
El Centenariazo fue una cura de humildad que el madridismo nunca debe olvidar (tampoco lo olvidarán los coruñeses, hasta hay una página web con ese nombre creada por sus aficionados).