Jose Manuel Calderón, adiós a la selección

Adiós a la selección de José Manuel Calderón, “Míster Catering” lo ha anunciado, y con esta despedida los aficionados a este deporte nos encogemos con un nudo en la garganta.

Se abre la puerta y a través de ella se vislumbra el principio del fin, una sucesión de despedidas de los emblemas de esta actual selección, la más grande de nuestra historia, la que nos ha hecho disfrutar de nuestro amado BALONCESTO hasta el límite. Irrepetible.

Desde hace 17 años, desde aquella final de Lisboa, nos hemos acostumbrado a ganar casi siempre, a exigirles el máximo, algo que siempre han dado, y que rara vez nos han defraudado.

Lisboa 1999, un mundial para la gloria. www.marca.com

En un país donde lo normal era hablar durante el verano del eterno fracaso en cuartos de final del mundial o europeo futbolístico de turno, esta generación cambió para siempre esa dimensión, iniciaron el camino imberbes, y hoy, casi veinte años después, peinando canas, lo están finalizando y de qué manera.

Algunos no podemos recordar la plata de Los Ángeles 84, no podemos comparar semejante hito histórico, el, hasta entonces, mayor logro en nuestro deporte, con los logrados por la selección actual, pero si podemos afirmar que estos “Juniors de Oro”, hoy ya acercándose a los cuarenta, supusieron para el baloncesto patrio lo que los enfrentamientos entre Lakers y Celtics de los 80 para la NBA, romper barreras mediáticas y convertirse en un boom de audiencia, un boom de acercamiento del gran público hacia un deporte hasta entonces segundón en nuestro país, y hacer algo normal la canción que Los Nikis escribieron como algo irrepetible.

Dos platas olímpicas, con dos partidos inolvidables en Londres y Pekín, ante las mejores estrellas NBA, y el orgullo intacto, no solo porque nuestra selección dio la cara ante ellos, sino porque se tocó con la yema de los dedos una victoria, la victoria, que se escapó dos veces, tres con la de este verano, solo una victoria ante Estados Unidos se ha resistido a esta generación.

Un bronce olímpico, en Río, que a falta del epicismo de victorias pasadas, nos sabe a gloria, después de acumular motivos para la desconfianza durante todo el verano, ¿porque desconfiar de un equipo que casi nunca ha fallado? Esta vez tampoco lo hizo.

Oro, venganza, leyenda escrita en Francia 2015 www.elpais.com

Tres oros europeos, en 2009, en 2011 y en 2015, el último con el sabor épico de las grandes historias, algo irrepetible, que elevó a los altares al que ya era mito de nuestro baloncesto, el gran Pau Gasol, santo y seña de esta selección y que hizo callar las más de 27.000 gargantas francesas en su propia casa, que vengó la afrenta sufrida el año anterior, el único lunar de esta selección, en el mundial disputado en casa, el único borrón desde 2006, desde el oro de Saitama.

Oro mundial, Campeones del Mundo, José Manuel Calderón esta vez sí estuvo, como miembro del equipo campeón, no como en Lisboa, donde una amarga lesión le apartó de aquel éxito del que fue partícipe porque así lo quisieron sus compañeros, sus amigos, un equipo que fue columna vertebral del éxito de Japón, con Carlos Cabezas, Juan Carlos Navarro, Pau Gasol, Felipe Reyes, Berni Rodríguez y el propio Calderón.

Algunos recordamos el triple de Cabezas en esa final de Lisboa, todos recordamos aquellos tiros libres de Gasol, ya lesionado en la semifinal contra Argentina, o como Marc Gasol se convirtió en el único muro que Big Sofo no fue capaz de derribar en aquel mundial, pero sobre todo recordaremos a aquellos samurais que levantaron el primer y hasta ahora único mundial de nuestra historia.

Pau Gasol afirma que quiere seguir, hasta que el cuerpo aguante, de lo que no hay duda es que su alma estará con la selección, lo mismo que el corazón y coraje de Felipe Reyes; Juan Carlos Navarro también quiere seguir, veremos si su físico está de acuerdo.

La emoción de una despedida. www.elespañol.es

Otros ya retirados, enseñaron el camino de la despedida a Calderón, y los echamos de menos, te echaremos de menos Mister Catering, nunca una bandeja fue tan fácil.

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