2013/14: La FA Cup que cambió al Arsenal, mucho más que un título
La FA Cup es la madre de todas las copas. Es el fútbol a la vieja usanza, es la competición donde todo es posible. Una competición de más de 140 años de historia en la que puede participar casi cualquier club y donde los más laureados son Manchester United y Arsenal, ambos con 12 títulos cada uno. Hoy vamos a recordar una FA Cup más importante que el propio título en sí. Hoy recordaremos lo que supuso la FA Cup 2013-2014 para el Arsenal. El cómo un solo título, una copa doméstica, significó tanto para un club tan histórico y laureado como el Arsenal.
Arsenal venía de más de nueve años de sequía, en cuanto a títulos se refiere. De por medio, en esos nueve años, hubo duras derrotas como la final de la Champions League 2005-2006 contra el Barcelona o humillaciones como el 8-2 del United o la dura derrota, y todo lo que conllevó, del Arsenal en la final de la Carling Cup contra el Birmingham City en 2011. Ese 2-1, ese mal entendimiento entre Koscielny y Szczesny, ese gol en el minuto 89 por parte de Martins. Esa derrota encumbró el miedo escénico del Arsenal en las grandes citas, en los momentos claves.
Tres años después de aquel ridículo, de engrandar aún más una losa casi insostenible para Wenger y su Arsenal, los gunners se plantarían en otra final, esta vez la de la FA Cup. El camino no fue fácil. En su primer partido el Arsenal se enfrentó ante su eterno rival, el Tottenham. Un 2-0 para los gunners, goles de Cazorla y Rosicky, les dieron el pase para enfrentarse en la siguiente ronda al Coventry, a los cuales vapulearon 4-0 con dos goles de Podolski, uno de Giroud y otro de Cazorla. En octavos el Arsenal se enfrentó al Liverpool los cuales una semana antes golearon 5-1 a los gunners en Anfield. El Arsenal se enfrentaba una vez más al miedo escénico tras ser humillados pero no sucumbieron, ganaron 2-1 con goles de Chamberlain y Podolski, logrando aguantar el arreón final del Liverpool.
Los cuartos de final serían contra otro duro rival, el Everton, y otra vez, como contra el Tottenham o el Liverpool, el partido sería en el Emirates. Los gunners no dieron opción y ganaron 4-1 al Everton. Con ese aura de fortuna de haber jugado tres partidos claves en casa el Arsenal, eliminando a tres grandes rivales, se plantó en Wembley para enfrentarse en semifinales a un Wigan que eliminó anteriormente al Manchester City. A priori unas semifinales Arsena contra Wigan sería algo «factible» para los gunners pero con ese miedo escénico se mascaba la tragedia. El Arsenal dominó y aporreó la portería rival con todo. Más aún cuando en el minuto 63 Mertesacker cometería un penalti que convertiría Jordi Gómez. Con 0-1 en contra la ansiedad llegaba a cada gunner del mundo. Wenger pendía de un hilo y el Arsenal se encaminaba a otro ridículo. Pero no. El otrora verdugo, Mertesacker, en el minuto 82 se convertiría en salvador con un cabezazo que hizo temblar Wembley para empatar el partido. Sí, tras una tanda de penaltis los gunners volverían a una final.
Corría el 17 de mayo de 2014. La afición del Arsenal se preparaba para volver a vivir una final y poder al fin celebrar algo más que quedar por delante del Tottenham en Premier League. El escenario era perfecto, Wembley, y la película no pudo ser más épica y muy típica para los gunners. En apenas 8 minutos de partido el Arsenal ya perdía 2-0. Las redes sociales ardían, la carrera de Wenger en el Arsenal estaba casi finiquitada y con final trágico, los gooners se preparaban para otro amargo trago. Pero, algo había distinto. Esa FA Cup era distinta para el Arsenal, un ángel guardián les salvaguardó de sus miedos y se levantaron para luchar. Cazorla de falta directa en el minuto 17 logró reavivar al equipo recortando distancias en el marcador. Pasaban y pasaban los minutos, el Arsenal asediaba pero no concretaba. Wenger se sacó de la manga un cambio, Sanogo por Podolski, viajando al pasado para volver al 4-4-2. Funcionó, Koscielny empató en el minuto 71, y el Arsenal iba con todo para la victoria pero o se topaba con los palos o con el rival.
Cómo cualquier gran película esta se fue a la prórroga. En ella se escribiría uno de los goles más recordados de la historia del Arsenal. Un gol estilo Wenger-ball que acabaría con más de nueve años de sequía, que acabaría con ese estigma de venirse abajo en los momentos importantes, que acabaría así con la angustia de todo gooner. Corría el minuto 109, el Hull City roba a Wilshere, era falta no se pitó, Ramsey robaría de nuevo e iniciaría una jugada antológica. Pase corto a Arteta, este a Wilshere que la colocaría rasa en el área para Sanogo. Tras un corto barullo el balón acaba en Giroud que saca a relucir su generosidad con un taconazo sublime el cual Ramsey con el exterior y al palo corto del portero lograría colocar el 3-2. Temblaba Wembley y corría Ramsey celebrándolo, Gibbs y Wilshere tras él, caras y gestos de alegría, la losa ya no pesaba en sus espaldas, quizás por qué ellos tres llevaban tanto tiempo en el club y sabían perfectamente lo que ese gol significaba.
Ha pasado un tiempo desde esa final. En otras circustancias podría haber sido una «final más». Un título más de los muchos que ha ganado y ganará el Arsenal a lo largo de su historia. Pero esa final supuso el renacer del Arsenal ganador, supuso que Wenger no acabase su historia en el Arsenal con una derrota histórica. Supuso a muchos gooners ver por primera vez, y después de muchos sin sabores, ganar un título a su club. No fue una final más, fue la final del gol de Aaron Ramsey.