La tarea del delantero: una cuestión corporal

Entrando en el mes de abril, los secretarios técnicos y scouters de los clubes empiezan a rastrear el mercado. Ya se perfilan las plantillas para la temporada 2019-2020, con sus correspondientes bajas y altas. En estas operaciones, el hecho de acertar en la contratación de los delanteros es un tema capital para los clubes.

La importancia del delantero en el fútbol

Gran parte del éxito de la temporada estará relacionado con el acierto en la elección de este tipo de jugadores. En España tenemos claros ejemplos de clubes que durante este mercado deberán afrontar la renovación de su delantera.

En primer lugar, encontramos el caso del Real Betis. Esta temporada, el conjunto de Setién ha vivido en numerosas ocasiones la frustración de generar el juego suficiente para hacer daño al rival. Pero en fase de definición, el equipo ha echado de menos a un delantero centro nato.

Por otro lado, encontramos al Real Madrid. Es otro de los casos donde durante la campaña se ha percibido una clara falta de gol. Si bien es cierto que el conjunto blanco cuenta con jugadores de primer nivel mundial en el frente de ataque, como Benzema o Bale, se debe destacar que no son grandes goleadores. Además, a las características de dichos futbolistas se le suma una gran pérdida. En el pasado mercado de verano, el Madrid vendió a Cristiano Ronaldo a la Juventus. La ausencia del luso, que aportaba más de 50 goles por temporada, ha tenido un gran efecto en el juego blanco, mucho más plano e ineficaz.

Por último, su eterno rival tampoco se escapa de la «quema». El Barcelona también está rastreando el mercado, consciente de que su delantero titular, Luis Suárez, ya supera la treintena. Además, su refuerzo en el mercado de invierno, Prince Boateng, parece que no cuenta para Valverde.

Luis Suárez firma su peor arranque de temporada en Europa. Goal.com

Qué características debe tener el mejor delantero

En definitiva, los delanteros centro se están convirtiendo en piezas de alta cotización. Raras avis con la misión de hacer triunfar a su equipo, poniendo al servicio del colectivo su instinto goleador. ¿Pero qué tipo de capacidades debe tener un delantero centro?

En el más alto nivel, no existen los delanteros malos. Todos tienen una característica que sobresale por encima de todas las demás; el olfato goleador dentro del área, la velocidad para atacar los espacios, la capacidad de asociación, la capacidad de generar espacios para otros compañeros, la habilidad para colocarse de jugador referencia y ser una opción directa en salida de balón, etc.

Pero hay una característica común que comparten la mayoría de los delanteros de máximo nivel. El uso inteligente del cuerpo para generar ventajas respecto a sus marcadores, elemento clave para disponer de espacio y tiempo en el momento de la definición. Para el gran público, es una habilidad que en muchas ocasiones pasa desapercibida. Quizás es mucho más llamativo contemplar una bella volea, o una bicicleta que deje al defensor sentado en el césped. Pero, la capacidad para generar ventajas donde no las hay, con el uso del propio cuerpo, es un arte que dominan los grandes arietes del fútbol mundial.

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El dominio del cuerpo, parte capital del éxito de un delantero

Debe de ser tan especial como íntimo el momento en el cual un delantero se encuentra frente a la portería. El portero rival en máxima tensión, los defensores al límite para evitar ese remate que puede costar la derrota, miles de aficionados pendientes de esas décimas de segundo. Y ahí está el delantero, con el tiempo pausado y ante la oportunidad de marcar gol. En este momento, cualquier detalle vale su peso en oro. ¿Cuánto dinero estaría dispuesto a pagar alguien por encontrarse en esa situación y poder disponer de un metro más entre su rival más cercano y el balón? Pues en el dominio del juego corporal se puede encontrar esa ventaja.

Colocar el cuerpo entre el balón y el defensor para que este se vea obligado a desistir en el intento de robo si no quiere cometer penalti. Usar los brazos para desequilibrar al defensor. Utilizar el cuerpo entero para evitar que un rival defienda a tu compañero. Hacer uso de los hombros para alejar al defensor de su objetivo… Un noble arte, al alcance de muy pocos.

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