El 15 de abril de 1989 se disputaba una de las semifinales de la F.A. Cup entre el Liverpool y Nottingham Forest en el estadio de Hillsborough, en Sheffield. Lo que a priori debía ser una tarde más de fútbol y espectáculo se transformaría en la mayor tragedia de la historia del deporte en Inglaterra que a día de hoy todavía está grabada a fuego en todas las mentes de los aficionados ingleses y en especial de los Reds. La tragedia de Hillsborough dejó unos números terroríficos: 96 muertos y más de 700 heridos.
Más allá de la escalofriante cifra de víctimas, este hecho provocó una batalla jurídica de 27 años entre el gobierno y las familias afectadas que reclamaban justicia. La lamentable gestión del gobierno de Margareth Tatcher ante lo sucedido provocó una lucha en busca de justicia que finalizó el pasado mes de abril, donde un jurado, finalmente ha exculpado a los aficionados indicando que “fueron matados ilegalmente” y que los policías fueron los causantes de la masacre al abrir la puerta C y por su mala actuación en las labores de salvamento. En este veredicto se da un paso más sobre el existente desde 1990, el Taylor Report, donde se asegura que las muertes fueron culpa de la masa de aficionados, obviando la labor de la policía en aquella fatídica tarde.
Esta tragedia no es un hecho aislado en el fútbol británico del momento. En la década de los 80 nos encontramos en el auge del hooliganismo. Los aficionados más radicales de los diferentes equipos de Inglaterra ya comenzaban a campar a sus anchas y en especial los del Liverpool. Por tanto era normal que el foco se pusiese en un inicio sobre las espaldas de estos hinchas, para muestra un botón. 5 años antes se había producido la tragedia de Heysel, donde una avalancha de aficionados, fruto de los enfrentamientos entre seguidores radicales, causó la muerte de 39 personas y más de 600 heridos, como saben los aficionados pertenecían a la Juventus y al Liverpool. Aquella tragedia supuso el mayor golpe al fútbol inglés y a los hooligans, ya que se prohibió la participación de los equipos ingleses en las competiciones europeas durante 10 años.
Tragedia de Hillsborough. Homenaje en The Kop a las víctimas de Heysel. www.koupsource.comOtro inconveniente añadido fue el del desplazamiento de aficionados. La distancia entre Liverpool y Sheffield es de 127 kilómetros, en inicio es un recorrido bastante cercano, que provocó un gran despliegue de aficionados. El problema es que en aquel momento no había una autopista para el trayecto y la carretera sufrió grandes retenciones e incluso accidentes que provocaron el retraso en la llegada de miles de seguidores reds.
Ante lo sucedido, comenzaron a formarse aglomeraciones enormes a la entrada de Hillsborough. Estas además tuvieron un extra de tensión y nerviosismo por perderse parte del encuentro, dado la hora de llegada de estos aficionados. La situación comenzó a ser muy angustiosa ya que la marea humana se hacía cada vez más grande y la policía se vio completamente desbordada, temiendo que se produjeran disturbios.
Detrás de estos peligros se encontraba la disposición de las gradas del estadio y la distribución de los aficionados en el mismo. Para evitar enfrentamientos entre los hooligans, la organización colocó a los aficionados del Liverpool en el fondo de Leppings Lane y a los del Nottingham Foreste en Spion Kop. El problema es que la grada asignada para los reds fue la de menor capacidad, 14.600 espectadores, siendo un número de aficionados mayor que los de Forest, a los que se les asignó el fondo con más capacidad, 21.000 espectadores. La grada de Leppings Lane tenía un problema añadido, estaba rodeado por unas vallas de metal y con varios pilares entre los asientos, que le conferían un aspecto de jaula. Para los organizadores y la policía, un lugar ideal donde mantener controlados a los hooligans del Liverpool.
A escasos minutos de iniciarse el partido las gradas estaban todavía llenándose, pero cerca ya de ocupar todas las plazas reservadas. Sin embargo fuera la situación seguía siendo caótica. Miles de aficionados seguían aplastándose unos contra otros con el objetivo de avanzar metro a metro para entrar al estadio y ver el partido que comenzaba ya.
La situación tomó un grado de estrés semejante que, tras la malísima gestión de la policía, en una medida de desesperación, las fuerzas de seguridad decidieron abrir la famosa puerta C, que a su juicio conseguiría descongestionar el acceso al estadio. Sin embargo esto provocó una avalancha de aficionados entrando al recinto, muchos de ellos sin entrada, que comenzaron a apelotonarse en la única vía de acceso a las gradas por aquella puerta, un túnel por el cual se llegaba al sector central del Leppings Lane. Dentro del túnel comenzó el embotellamiento de cientos de personas que quedaron atrapadas, tal fue el momento de agobio que comenzaron a saltar unos sobre otros para llegar a la grada. Aquí comenzó la tragedia.
Los seguidores del Liverpool que ya abarrotaban la grada comenzaron a ser aplastados por la multitud que llegaba desde la puerta C. Las escenas de pánico y muerte se repetían por doquier, quedando para la memoria imágenes de espectadores asfixiándose contra la valla de metal de Leppings Lane. En esos momentos se llevaban disputados 6 minutos de la semifinal, cuando los aficionados comenzaron a saltar al terreno de juego interrumpiendo el partido.
No era una interrupción normal, algunos aficionados caían sin vida al césped y la mayoría buscaba ponerse a salvo lejos de aquel infierno. Los jugadores ante la magnitud de los hechos corrieron a la bocana de vestuarios a pedir información, quedando estupefactos por lo que estaba ocurriendo.
Para más inri la policía tardó en reaccionar a lo sucedido. Ver a la gente escalando la grada para salvarse y las llamadas de auxilio no fueron suficiente para iniciar las tareas de socorro, en un principio no actuaron, puesto que pensaban que era cosa de los hooligans y sus batallas habituales en las gradas. Minutos después, al cerciorarse de que eso no era lo que estaba pasando, abrieron las puertas de Leppings Lane y comenzó a descongestionarse la grada, dejando el césped de Hillsborough como un hospital improvisado.
Las fuerzas del orden en el estadio volvieron a actuar de manera negligente, esta vez no facilitando la entrada de médicos y ambulancias al estadio. Sólo dejaron entrar dos ambulancias y mantuvieron 44 en las afueras del estadio, esperando. A falta de camillas los aficionados heridos eran evacuados en vallas publicitarias. Bochornosa una vez más la actuación de la seguridad y la planificación de los organizadores.
Finalmente, como se indicó al inicio, el gobierno británico comenzó una investigación de lo sucedido para esclarecer todas las dudas del caso y poder ayudar de alguna manera a las familias de las víctimas de la tragedia. Como sabemos, se elaboró el “Informe Taylor”, en el que el juez Peter Taylor, aunque puso el foco en la negligencia policial como causa, no ahondó en ella, evitando penas para los policías. Lo más destacado del informe fueron los nuevos cambios impuestos a todos los estadios del Reino Unido. Quitando los pilares entre gradas y las vallas de metal en los fondos, disponiendo un mejor acomodo a los aficionados en los estadios.
El caso parecía cerrado oficialmente, pero las diferentes agrupaciones de afectados comenzaron a luchar en una batalla judicial por reabrir el caso y que sus voces fueran escuchadas para hacer justicia. En septiembre de 2012 el Hillsborough Independent Panel publicó un nuevo informe que obligó al gobierno de David Cameron a reabrir el caso.
En este nuevo giro de los acontecimientos se constataron falsedades y ocultamiento de pruebas en la primera investigación. Como que el médico forense decretó las 15:15 como hora final de la tragedia, indicando que todas las víctimas habían muerto y no había posibilidad de salvamento. Este hecho favorecía la defensa de los policías y los servicios médicos por no activar el protocolo de ayuda antes. El nuevo examen forense del 2012 indicaba que 41 víctimas pudieron ser salvadas, ya que sus órganos vitales continuaban funcionando pasada la ya menciona hora. Es decir, los policías y médicos actuaron tarde y evitaron así salvar decenas de vidas.
Además se descubrieron pinchazos telefónicos y coacciones a testigos, manipulación de declaraciones de agentes o campañas de difamación hacia los aficionados del Liverpool, indicando que la tragedia fue culpa de los hooligans.
El veredicto de 1990 fue anulado y se acabó haciendo justicia para las familias de los 96 fallecidos y los más de 700 heridos, para la imagen del Liverpool y para el fútbol inglés. Curiosamente la noticia coincidió esa semana con un partido del Liverpool, en otra semifinal, pero esta vez de Europa League ante el Villarreal. Se realizó un fantástico homenaje, en el que se desplegó un cartel que rezaba: “You’ll never walk alone 96”. Esta no fue solamente una victoria para el fútbol inglés sino para el mundo del fútbol en general.