Kubala, héroe húngaro de un tiempo que ya se fue

La vida épica de Ladislao Kubala

Hoy en día los futbolistas son ídolos de las masas de aficionados que se mueven para ellos. Las banderas se van retirando de la cancha una a una (el último en orden de tiempo Francesco Totti) y los futbolistas son cada vez más profesionales. Y hay menos espacio para las emociones puras. Sin embargo hubo un tiempo en que los jugadores no eran solo ídolos sino que verdaderos héroes. Por hazañas y vidas. Uno de estos es sin duda Ladislao Kubala. Su talento, su esfuerzo y su aportación al fútbol han hecho de su nombre una leyenda del barcelonismo, pero no exclusivamente. Y su trágica vida es propia hasta de un héroe romántico. El mejor gol de Kubala no fue ni de cabeza, ni de empeine, ni de tacón. No se lo marcó al Real, ni al Athletic. El destino marcó para él el gol más importante.

Kubala no encontró su destino en su Hungría natal donde el padre, ex jugador del grande Ferencvaros, le había iniciado al fútbol. Tampoco lo encontró en Checoslovaquia a pesar de ganar allí su primer título con el Slovan Bratislava. En Austria llegó escondido en un viejo camión militar ruso para pasar la frontera, junto con otros compañeros. Tampoco allí tuvo suerte. El 21 de abril de 1949 Kubala llegaba a entrenar con el mejor equipo del mundo. De hecho tras un año cobrando por encuentros amistosos con el equipo que le prestaba la camiseta, a causa de ser proscrito de los organismos internacionales, recibió la llamada de Ferruccio Novo, el presidente del Grande Torino. La llamada le causó una grandísima alegría porque no solo era la llamada del entonces mejor equipo del mundo, sino que también anticipaba que los organismos internacionales iban a dejar de poner impedimentos a la hora de inscribirle. En esos días la añoranza de sus seres queridos (su madre en Hungría y su mujer con su hijo en Praga) se notó un poquito menos. Durante los entrenamientos el entrenador del Torino Egri Erbstein le dijo que en dos semanas iba a debutar en el partido que el equipo iba jugar en Lisboa contra el Benfica como homenaje a Ferreira, capitán del equipo luso. El 2 de mayo, cuando ya tenía sus maletas listas para el viaje, recibió un telegrama urgente que le avisaba de que su mujer era liberada y llegaba, con su hijo seriamente enfermo, a Udine el día siguiente. Justo a la hora del vuelo. Por supuesto el entrenador le dio permiso diciéndole que el Toro le esperaría. El Torino no le esperó nunca porque nunca volvió a Turín. Se quedó directamente en el cielo, en la leyenda, sin bajar nunca más del mito. Era un 4 de mayo de 1949. Cambiaba para siempre la historia del fútbol y del mismo Kubala. El destino había marcado para él el golazo de su vida. Kubala era vivo pero otra vez solo y sin encontrar su destino.

Ladislao Kubala en la jugada de un partido
Ladislao Kubala en la jugada de un partido

A las órdenes de su cuñado, el entrenador Fernando Daucik, Kubala jugó con el Hungaria varios partidos en España e Italia.

Hungaria, el equipo exiliado

En estas ocasiones atrajo las atenciones del Real Madrid y del Fc Barcelona. Santiago Bernabéu contactó con Kubala pero no llegaron a cerrar el acuerdo y quedaron de celebrar nuevas reuniones para entenderse del todo. En aquellos días de espera, el mítico Josep Samitier fue a verlo jugar contra la selección española y también en otro amistoso disputado en Sarrià. Quedó maravillado y decidió ficharle como fuera. La maniobra de Samitier fue genial. Decidió no ir a por los dirigentes del Hungaria sino convencer a Daucik para que viniera a entrenar al Barça, haciendo primar la familia en la contratación del húngaro. A pesar de todo Kubala tenía ya previsto ir a Madrid para acordarse con el Real Madrid. Y aquí viene la jugada maestra de Samitier. Un golpe de genio que se transmite entre los barcelonistas de boca en boca. Samitier engañó a un Kubala ebrio para que pensara que ese tren se dirigía a Madrid. Cuando Ladislao Kubala despertó, ya tenía delante el contrato propuesto por el Barcelona: sueldo como el del Real Madrid pero con el incentivo representado por su cuñado Daucik en el banquillo del equipo blaugrana.

La estatua homenaje de Ladislao Kubala en el Camp Nou
La estatua homenaje de Ladislao Kubala en el Camp Nou

El 2 de octubre Ladislao Kubala fue presentado en el campo de Les Corts en un amistoso ante Osasuna. Sin embargo los aficionados tuvieron que esperar un largo periodo para ver al nuevo delantero en partidos oficiales. Pero la espera valió la pena. Kubala marcó un antes y un después en la historia de ese Barça. Hasta ha pasado a la historia como la razón de la construcción del estadio Camp Nou. Siempre se ha dicho que el campo de Les Corts se quedó pequeño para la cantidad de gente que iba a ver a jugar al húngaro todos los fines de semana. En realidad no es estrictamente así: el club ya tenía en mente construir un nuevo estadio pero Kubala aceleró el proceso, podemos decir. El resto es historia del Barça y del fútbol español en general. Fue parte de ese grande Barça de las Cinco Copas. Con el Fc Barcelona ganó 4 Ligas5 Copas del Generalísimo, 2 Copas de Ferias y 1 Copa Latina. Fue elegido mejor jugador del club del siglo XX. Pero su figura va mucho más allá del campo de juego. Fue la primera estrella. Arrastraba a las masas. La mujeres se volvían locas por él, popularizó restaurantes y fue del jugador que más fotos se vendieron en cuarenta años. Hasta el mejor entrenador de la época, Helenio Herrera, fue apeado por cuestionar la titularidad de Ladislao Kubala en algunos encuentros. Y un socio del Barça, José Sánchez, estableció en sus últimas voluntades ser enterrado con una foto dedicada a Kubala, «la persona que más feliz me ha hecho después de la guerra». Todo esto fue Ladislao Kubala, un héroe.

Ladislao Kubala junto a Czibor y Kocsis formaba la mítica delantera húngara del Barça
Ladislao Kubala junto a Czibor y Kocsis formaba la mítica delantera húngara del Barça

Deja un comentario