Hace unos meses pocas personas reconocían a Luis Alberto, un joven futbolista de 25 años nacido en un pequeño pueblo de poco más de 4000 habitantes situado en la provincia de Cádiz llamado San José del Valle.
Jugando de mediapunta y extremo llegó a la cantera del Sevilla FC, donde llegó a meter hasta 15 goles en su segunda temporada en el Sevilla Atlético y debutó con el primer equipo. Fue entonces cuando buscó suerte en el Barcelona B, donde llegó en calidad de cedido con una opción de compra que el club azulgrana no ejerció.
Con 21 años es traspasado por 8 millones al gran Liverpool del norirlandés Brendan Rodgers. Allí pudo disputar 12 partidos con el primer equipo y algunos con el sub-21.
Un año más tarde fue cedido cerca de su tierra natal, a Málaga, donde empezó de la mejor manera posible: metiendo el tanto de la victoria en la primera jornada de Liga.
A pesar de todo, terminó recalando como cedido en el Deportivo de La Coruña. Por suerte, allí despuntó junto a Lucas Pérez y se ganó su vuelta al club inglés con 6 goles y 8 asistencias en 31 partidos oficiales (26 como titular).
Su paso por Liverpool fue aún más efímero que la vez anterior, y en ese mismo verano fue fichado por la Lazio, aunque allí tan solo disputó 10 partidos, de los cuales 4 fue titular y pudo marcar un gol y dar dos asistencias.
En su segundo año en Italia, este mismo año, es cuando está despuntando, con 3 goles y 6 asistencias en 16 partidos oficiales, en los que ha empezado siempre titular menos en un partido. Se ha ganado la confianza del hermano de Filippo Inzaghi, Simone inzaghi, que sustituyó a Pioli la temporada pasada en el banquillo romano y ahora no se desprende de la titularidad.
Ahora, también Lopetegui ha confiado en él para llevar su calidad a la Selección Española. Aunque solo disputó unos minutos del amistoso contra Costa Rica, pudimos verle muy ilusionado de dar todo por ‘la Roja’.
Pasó de estar rodando por los equipos a estar convocado con la Selección. Nunca desistió a la hora de perseguir su sueño y ahora está viendo el sentido a todo el sudor que ha derramado en el césped.
En el fútbol (y en todo) hay que ser persistente con lo que se desea. Los triunfos no caen del cielo, pero son forjados a base de saber estar ahí en todo momento, sabiendo perder para saber ganar, sabiendo estar en el Deportivo de La Coruña para saber estar en la Selección Española y, quién sabe hasta dónde puede llegar.
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