Llega el fin de semana, tienes partido y tu momento y el de tu equipo ha llegado. Tu semana de entrenamientos ha sido gratificante, te has esforzado y los resultados acompañan. Tienes la moral por las nubes ante una nueva posibilidad de conseguir los tres puntos.
Todo fluye como debe fluir, pero el árbitro pita el inicio del partido y comienza un nuevo epígrafe de tu historia futbolística. Aparecen unos nervios que no deberían estar ahí a pesar de tu experiencia y el largo recorrido a tus espaldas. Lo he hecho miles de veces, piensas una y otra vez mientras tus piernas no parecen moverse con la misma fluidez que en los entrenamientos semanales. Tu equipo es ‘a priori’ superior al rival, pero eso da igual. No importa a quién tengas enfrente porque el problema eres tú. Tampoco es cuestión de resultados, vais primeros en la clasificación y tampoco parece que el liderato se os vaya a escapar. Entonces, ¿qué sucede?
Jornada 7. Vuelves al banquillo tras unas actuaciones califiquemos normales y ahí es cuando en frío piensas: pero si este no soy yo, ¿por qué los jueves entrenando sí y ahora no? Tampoco es por la presión, porque como he dicho antes los frutos cosechados del equipo no podían ser mejores. El problema un fin de semana más, eres tú.
Ves que no tienes el protagonismo en los encuentros que sí solías tener otras temporadas. Tu entrenador sigue confiando en ti porque sabe de lo que eres capaz, pero los pensamientos negativos siguen rondando tu cabeza. Estás inmerso en un cúmulo de inestabilidad emocional que hace que una actuación cualquiera no te resulte gratificante a pesar de que tu equipo haya arrollado al rival y ha salido victorioso por 5-0. No te sirve porque tú mismo esperabas mucho más de ti. No te vas contento a casa.
Los partidos siguen pasando por ti en vez de tú pasar por los partidos. Has perdido la confianza en ti y cuando esto sucede es verdaderamente complicado volver a crear. Algunos artistas como pintores, músicos o escritores la llaman crisis creativa y dicen que esto es algo aparentemente normal, que puede suceder en algún momento de tu vida profesional. Sobre todo cuando tus resultados antes han sido buenos y de repente estos han empezado a reducirse o simplemente ya no te satisfacen como antes.
Las jornadas en el campeonato liguero van sucediéndose y con suerte encadenas unas cuantas actuaciones que hacen volver a valorarte y a mejorar tu autoestima. Pero esta situación a la que tanto te ha costado llegar, se esfuma con mucha más rapidez. Convirtiéndose en un espejismo y reiniciando nuestra situación hasta aparecer como en el inicio de este artículo.
“La gente empieza a mejorar cuando falla”.
Y si aquella célebre frase del diseñador e ilustrador Milton Glaser solo se tratara de una verdad a medias dentro de un contexto muy optimista. Intentarlo y atreverse dignifica lo valiente que puedes llegar a ser, pero si lo intentas una y otra vez y sigues errando, ¿qué? Moverse en ambientes favorables siempre es un plus no vayamos a engañarnos, pero a veces esto no es suficiente.
Enfréntate al error y asume que es cuestión de tiempo. Volverás a ser el de antes si sigues trabajando.
– Nolito: "Míster, gracias por confiar en mí para el @SevillaFC".
– Berizzo: "Te ganarás al Pizjuán con tus goles".#LaLigaSantander 🤔🔙😉 pic.twitter.com/6zOs8lu91G
— LaLiga (@LaLiga) July 16, 2017
A Nolito le ha gustado tu artículo.