Cuando naces y creces en un barrio conflictivo normalizas todo tipo de situaciones. Disparos a diario, la presencia de todo tipo de drogas a tu alrededor, gente de tu entorno que fallece o, simplemente, desaparece, y momentos en los que te toca aguantar el chaparrón y, con lo que tienes, hacerte a ti mismo. Es complicado, sí, cuando además la rivalidad entre dos distritos salpica tu vida, tu familia, y tu concepción del mundo cambia para siempre.
Suele ser habitual, además, que las vivencias que, como infante, como novel en la vida, protagonices en este tipo de infiernos, marquen tu actitud y tu personalidad, haciéndote imposible de malear y de corregir, estando abocados en la mayoría de los casos al desastre y a la caída a lo más hondo del inframundo. Y ni siquiera el mejor de los mentores puede reconducir un camino que no tiene un horizonte esclarecedor.
Balas, ruido, caos, y perdición. Estas cuatro palabras caracterizaron los inicios de un prometedor, pero conflictivo, joven que con 2 años perdió a su padre en Kingston, con 5 se mudó a Inglaterra y con 10 recibió un augurio que cambiaría su vida. Esta es la vida de Raheem Shaquille Sterling, una vida basada en no dejar de moverse nunca. Una actitud que ha transferido al campo, y que se potencia cuando el balón entra en contacto con sus pies.
De Maverley a Saint Raphael a ritmo de «reggae»
Todo comienza cuando, con 2 años, su padre es asesinado en el distrito de Maverley, Kingston. Un hombre del que, por no saber, no se conoce ni su nombre, aunque sí que se sabe su lugar natal. Su origen. Las raíces paternas de Raheem. Y es que el padre de la actual estrella del City nació en el barrio de Waterhouse, barrio rival por idiosincrasia con Maverley, y muy vinculado a la violencia. Física, verbal, psicológica, y hasta sanitaria. Y así es como su vida acabó. Sin haber llegado a tener un 3 como decena, sufriendo una emboscada de aquellos que consideraba amigos, y en frente de su hijo. En un suspiro, todo había acabado. Y en el mismo tiempo, todo iba a cambiar.
El duro paso de Jamaica a Londres
Y es que entonces, su madre, Nadine, decidió emprender una aventura en solitario hacia Inglaterra, y buscar una vida que le permitiera sobrevivir a aquellos que dependían de ella. En definitiva, toda su familia. Y es que atrás dejo a un total de 8 familiares, entre los que estaban su madre, Joy Morris, y sus dos hijos, Raheem y Lakima. Que estuvieron sin su madre hasta 3 años después. Cuando se decide a llevar a sus hijos a Londres, y establecerse en el noroeste londinense, en el estado de Saint Raphael’s, Neasden. A menos de 2 kilómetros de Wembley. Un estadio que se convirtió en objetivo, sueño y, en ocasiones, salvación para Sterling. Además de en un buenos días continuo, como aquel que se levanta y ve al sol desperezarse entre montañas.
Estamos en 1999. Los Sterling acaban de arribar en Inglaterra, y su madre sobrevive a base de baños limpiados y camas recién hechas, en hoteles «de segunda» en los que le permiten trabajar con la ayuda de sus hijos. Y Sterling empieza a cultivar. Relaciones, amistades… y fútbol. Mucho fútbol. A un nivel enfermizo. Casi como si fuera un trabajo particular, con una jornada diaria de 8 horas y sin descanso. Siempre con Wembley de fondo, o de cabecera. Así eran sus días, «manchados» de sábanas limpiadas por la noche y ocupados por el cuero a lo largo del día. Y con nada de lo que preocuparse. Hasta que con 10 años, fue expulsado de la escuela en la que estaba, y enviado a la Vernon House Special School. Un movimiento que le salvó la vida.
Chris Beschi, Clive Ellington y Sam Wallace salvaron a Sterling
Y es que la historia de Raheem Sterling está marcada por tres nombres que, en el momento justo y oportuno, cuando más lo necesitaba, arrojaron luz entre toda la sombra y oscuridad que reinaba en su vida. Pues a pesar de su localización, y a pesar de estar a 5 minutos andando de Wembley, Saint Raphael era el Maverley inglés. Y ahí era donde había acabado llegando el pequeño Raheem. Por eso, había cambiado las balas jamaicanas por los tiroteos marcados por el acento inglés, pero todo seguía igual. Esto hizo que Chris Beschi, Clive Ellington y Sam Wallace fueran la triada salvadora del alocado extremo inglés. En distinto orden.
Clive apareció como el padre que llegó a tener, pero perdió, y el que le introdujo a la Sunday League infantil. Sus primeros pasos en el fútbol «organizado» británico. Sam le acogió, a pesar de la edad, en la escuela futbolística Copland HS, por entonces considerada como una de las más prestigiosas de Londres, con grandes capacidades para desarrollar futbolistas. Y Chris, le planteó una pregunta que cambiaría su forma de ver la vida, y que le acabaría convirtiendo en un adivino moderno, a la altura de la escuela de Nostradamus. Pero antes de nada, vamos por partes. Y recapitulemos.
El augurio que cambió, y aceleró, su vida
Raheem Sterling es expulsado de su escuela primaria, y se le recomienda que, hasta que consiga enderezar el rumbo de sus actos y su comportamiento, acuda a la Vernon House Special School. Allí, según sus propias palabras, estará rodeado de 6 niños y monitorizado constantemente por 3 profesores. No hay libertad, pero sí mejoras en su disciplina. Y entonces Beschi le plantea una frase que le cambiará de golpe su forma de ser, y su actitud.
«Si sigues así, cuando tengas 17 años estarás jugando para Inglaterra o encerrado en prisión.»
10 años tenía Sterling cuando escuchó estas palabras, y 7 años después, efectivamente, estaba disputando un partido con la camiseta de los «Three Lions» como estandarte. Todo por una línea que le recondujo el rumbo.
Volvió a Copland, y con 11 años empezó a acudir al High School que su hermana, Lekima, había comenzado a visitar años atrás. Así hasta que, a un mes de alcanzar la quincena de edad, el Liverpool pagó alrededor de un millón de libras por convertirlo en la próxima leyenda «red». Aunque primero, debe ser explicado su paso por el Queens Park Rangers.
El Queens Park Rangers, esencial en la carrera de Sterling
Heathrow fue la opción que le ganó la partida al Arsenal o al Fulham, a pesar de todas las conexiones en transporte público que tenía que hacer su hermana para acompañarlo a cada entrenamiento, llegando a superar las 8 horas fuera de casa en días de práctica. Y todo, porque su madre le enseñó que es mejor ser la única cría de tiburón del estanque, pero estando bien atendido, a ser «uno más» en todo un acuario de talento y latente potencial a explotar. Una decisión que, con el tiempo, ha quedado claro que fue la correcta. Porque en el QPR empezó a brillar, creció, llamó la atención de los Scouters de Anfield, y con 15 años aterrizó en Liverpool. Con su madre, y para quedarse.
Rafa Benítez tuvo mucho que ver en que esto sucediera. Y es que en febrero de 2010, y acompañado de Steven Gerrard, le enseñó las instalaciones del Liverpool a la familia, y le confirmó lo que quería saber. Iba a ser importante, e iba a tener oportunidades en el primer equipo. No iba a ser un número más de la cantera. Iba a ser EL número de la cantera. Y esto lo cambió todo.
A partir de ahí, un crecimiento astronómicamente veloz, que sorprendió al propio Brendan Rodgers, y que le llevó a la selección inglesa con 17 años, siendo el 5º jugador más joven en la historia del país británico en debutar con el equipo nacional, sólo por detrás de Theo Walcott, Wayne Rooney, James Prinsep y Thurston Rostron. Además de que su primer partido como titular en Premier League, competición que ahora domina a base de galopadas eléctricas -y electrificantes-, tuvo lugar ante el Manchester City.
Confirmación definitiva como «citizen»
Equipo por el que acabó fichando en 2015, por la cifra de 44 millones de libras, y al que llegaría a su potencial definitivo, si es que ya ha acabado de explotar. Y todo gracias a Pep Guardiola. El 4º componente de ese equipo de super-héroes que cambiaron la vida de Raheem Sterling. Y gracias al cual ahora disfruta de un momento tan dulce como nunca.
Raheem Sterling ha participado en ¡¡13 ANOTACIONES!! (8 goles y 5 asistencias) en los 6 partidos que ha disputado en las eliminatorias rumbo a la Euro 2020. BEAST MODE. pic.twitter.com/bjTDwJjupk
— Invictos (@InvictosSomos) October 14, 2019
Y es que tras dos títulos de liga consecutivos. Tras dominar Inglaterra con mano de hierro. Y tras conseguir en los últimos dos años un total de 35 goles y 21 asistencias en 67 partidos, este año lleva ya 7 goles en 10 partidos. Además de completar una media de 32 pases por partido, y un acierto en su lanzamiento del 41%. Y, con sólo 24 años, es uno de los protagonistas de presente, y futuro, de toda una nación.
Porque además de llevar a Inglaterra en el pecho, lleva a Jamaica en la sangre y en el corazón. Y en cada toque que da al balón, donde recuerda aquellas latas que empezó a golpear cuando no se separaba ni un palmo del suelo y su sueño era poder llegar al día siguiente. O acabar jugando en Wembley, su teatro de los sueños particular. Sueños, al fin y al cabo, ya cumplidos.
Fuentes: The Independent, BBC, Channel 4, The Players Tribune, Jamaica Gleaner, SDE.co