Renato Curi, la historia del corazón de Perugia

Tras su patrimonio impagable, Italia esconde lugares e historias menos conocidas. Pese a adolecer de la habitual popularidad y luz de los focos, hay historias que merecen ser contadas. Cerca de Roma, ciudad más visitada del país transalpino, se sitúa la región de Umbría. Alterada por los Apeninos, la región posee enormes prados verdes, el lago más grande del país, innumerable vegetación, y espectaculares montañas y cascadas. Su capital es Perugia, una localidad de poco más de 160.000 habitantes.

Tranquila, con un clima suave, y con la vida propia de sus Universidades, la principal ciudad de la región tiene un denominador común con el resto de localidades italianas, su pasión por el calcio. En él, como no podría ser de otra forma, nace nuestra historia, la de Renato Curi.

Las raíces de Renato Curi

El 20 de septiembre del remoto año 1953 nació nuestro protagonista. Renato Curi, que así se llamó, dio sus primeros pasos en Montefiore dell’Aso. La pequeña localidad de la provincia de Ascoli Piceno daría paso rápidamente a Giulanova. A los pocos años de nacer, la familia se trasladó, y Renato se crió en la población de costa. En ella se inició en el mundo del balón.

Con apenas dieciséis años debutó en la squadra giallorossa. La temporada siguiente, campaña 1970-71, Renato se asentó en el once titular para no salir más de él. Fue entonces cuando vivió su primer ascenso en el fútbol. El equipo dirigido por Adelmo Capelli logró veinte victorias y solo fue derrotado en seis ocasiones. Pese a los buenos números, el Giulianova Calcio tuvo que esperar a la última jornada para lograr el definitivo ascenso en un encuentro como local ante el Bellaria en el que ganarían 2 a 1. De los 34 partidos disputados por la squadra, Renato disputó un total de 31.

Renato Curi, derecha, en sus años de jugador del Giulianova Calcio.
Renato Curi, derecha, en sus años de jugador del Giulianova Calcio. Imagen vía: realgiulianova.it

Tas dos campañas con el Giulianova en Serie C, el Calcio Como de Serie B sedujo a Renato Curi. En la bonita localidad cercana a Milán hizo su debut en la segunda categoría del fútbol italiano. Rápidamente logró un hueco entre los once elegidos. Pese a ello, su aventura en el norte duró tan solo un año. Y es que el entrenador de un rival quedó prendado de la presencia y el derroche de Renato. Ilario Castagner, entrenador del Perugia lo reclutó, y un año después de hacer las maletas rumbo al norte, el centrocampista de Giulianova volvió cerca de casa.

El Perugia de Ilario Castagner

Inamovible en el equipo titular de Castagner, Renato se ganó el corazón de sus nuevos aficionados con rapidez. Su presencia en el campo no pasaba desapercibida. Omnipresente en todas partes, Curi se mostraba incansable. Aunque sus innumerables carreras arriba y abajo pudieran presagiar lo contrario, no estaba exento de calidad. Mostraba un buena técnica en el toque, que junto con una gran inteligencia y lectura de juego, hacían de él uno de los centrocampistas más prometedores del calcio.

En su primera campaña con los Grifoni, alcanzó su segunda promoción como profesional. El Perugia debutaría en Serie A. Renato Curi fue convocado por la Nazionale para una concentración, y todo parecía dilucidar un futuro radiante cuando en la última jornada de la temporada del histórico debut en la máxima categoría, el Perugia tumbó con un gol de Renato a la Juventus en el Stadio Comunale di Pian di Massiano. El gol del dorsal número 8 conllevó la derrota de los bianconeri, y la alegría de sus vecinos de Turín. El Torino, gracias al gol de Curi, alzó su séptimo Scudetto.

Gol de Renato Curi ante la Juventus.
Gol de Curi ante la Juventus.

La tormenta que se llevó más de la cuenta

Empezó la temporada 1977-78, y con ella, la cuarta de Renato Curi con el equipo de Perugia. Después de dos estaciones en Serie A, el equipo de Castagner había terminado en octavo y sexto respectivamente. En la sexta jornada, la Juventus visitó la capital de Umbría en medio de una tormenta de proporciones considerables. Los narradores de los medios locales llegaron a asemejar la situación a un juego de waterpolo. Aquel 30 de octubre del 77, cerca de 40.000 personas asistieron al estadio del Perugia para ver como su equipo desafiaba a la mayor potencia del calcio.

Después de una primera parte muy trabada, cuando apenas se llevaban cinco minutos del segundo tiempo, Renato Curi cayó fulminado en el centro del campo mientras el balón se disputaba en una esquina. Los jugadores de ambos equipos acudieron rápidos a su auxilio, y todos reclamaron la presencia del equipo médico con evidente nerviosismo. Trasladaron al centrocampista al Hospital Policlínico de Perugia. Sin embargo, poco después se supo que Renato había sufrido una parada cardíaca. El jugador llegó sin vida al Hospital, dónde intentaron reanimarlo durante más de una treintena de minutos.

Renato Curi abandonando el campo en camilla.
Renato Curi abandonando el campo en camilla. Imagen vía: ilmartino.it

El partido entre Perugia y Juventus siguió su curso, concluyendo 0 a 0. Justo coincidiendo con el pitido final, a las 16’30 horas, se oficializó el fallecimiento de Renato Curi. Su muerte fue anunciada por Sandro Ciotti, periodista del programa de radio Tutto il calcio minuto per minuto:

“El centrocampista Curi, del Perugia, ha muerto”.

La noticia corrió como la pólvora, y el shock llegó hasta la Sala de Prensa, dónde ningún periodista daba crédito a los sucedido, y ninguno de ellos era capaz de iniciar la crónica de aquel trágico encuentro.

La tragedia que podría haberse evitado

Renato siempre decía tener “il cuore matto”, algo así como un corazón roto. Sufrió arritmias, y en los ejercicios llevados a cabo en los entrenamientos, era el único jugador al que no le tomaban el pulso porque decían que en algún segundo se le detenía. En una entrevista declaró:

“Tengo pulmones como los demás, aunque de pequeño fui fondista en distancias de 800, 1500, y 3000 metros.”

Los médicos del Perugia, conocedores de los problemas de Curi, no le obligaron a dejar de jugar, y achacaron lo ocurrido a una fatalidad. En la autopsia, los médicos dictaminaron que padecía una enfermedad crónica en el corazón “capaz de provocarle una muerte imprevista”. Fueron imputados algunos dirigentes del A.C.Perugia, el médico del club y el de la selección, dado que ambos deberían haber evaluado la situación tras los exámenes médicos. Los directivos fueron absueltos de cargos, mientras que a los médicos se les imputó una pena de un año que terminó siendo suspendida.

El recuerdo de Renato Curi se mantiene vivo

Su compañero de equipo, el portero y cardiólogo Lamberto Boranga, dijo que el jugador conocía el riesgo de jugar, pero que le podía su pasión por el fútbol. Algo que desmintió su familia, quiénes aseguraron que Renato hubiera dejado de jugar de inmediato de haber conocido el riesgo que corría.

Curi falleció a la de edad de 24 años. Por entonces, era padre de Sabrina, un niña de cuatro años. Lo que desconocía en aquel momento, era que ocho meses más tarde de la trágica tarde del treinta de octubre nacería su hijo, que adoptó el nombre de su padre. El futbolista del Perugia era amante de la fotografía, la música y el modelismo. Sus restos descansan en el Cementerio de San Silvestro, en la ciudad de Pescara.

El eterno dorsal 8 del Perugia siempre está presente en el estadio.
El eterno dorsal 8 del Perugia siempre está presente en el estadio. Imagen vía: calciogrifo.it

En una de las crónicas sobre el suceso, el periodista de Il Messaggero Landranco Ponziani propuso bautizar el nuevo estadio del Perugia con el nombre de Renato Curi. La propuesta se aprobó por unanimidad en la primera junta municipal, y la capital de Umbría nadie opinaba lo contrario. A parte del estadio municipal de Perugia, el equipo de fútbol de la localidad de Città Sant’Angelo, cercana a Pescara, recibe el nombre de Renato Curi Angolana. En él, Renato Curi se inició en el mundo del balón, dónde siempre será recordado de la misma forma que en Pescara. Dos regiones, Umbría y Abruzzo, unidas por el recuerdo de un jugador sonriente, amable, generoso en el esfuerzo, y querido por todos.

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