Grecia campeona Eurocopa 2004
Seguramente sea el campeón más modesto de la historia del fútbol de selecciones. Sí, incluso más que aquella Dinamarca que ganó la Eurocopa del 92 sin Michael Laudrup o la Checoeslovaquia del 76 con Antonin Panenka a la cabeza. Grecia llegaba a la Euro de 2004 como una de las selecciones más débiles del torneo, sin ningún jugador de renombre sobre el que basar todo su juego ni tampoco un entrenador de excelso pedigrí. Ahora, con el poder que nos otorga el tiempo para juzgar los méritos de unos y otros, aquel triunfo nos sigue pareciendo lo mismo que nos pareció entonces: un milagro.
Todo empezó en 2001, cuando el alemán Otto Rehhagel se hizo cargo de la selección. Era un técnico veterano, con el bagaje de haber entrenado a equipos de nivel en su país, incluyendo el Bayern Munich y el Borussia Dortmund, sin embargo por aquel entonces ya era considerado un técnico de libreto antiguo. Grecia ya estaba fuera del Mundial 2002 cuando el alemán cogió a una selección prácticamente defenestrada que acabaría logrando un decepcionante cuarto puesto en un grupo que compartía con dos gigantes como Alemania e Inglaterra.Los helenos encajaron ni más ni menos que 17 goles en 8 encuentros, 3 más que la colista del grupo, la débil Albania. La única imagen que dejó para recuerdo la selección griega fue haber sido la participante necesaria para uno de los mejores goles de un histórico como David Becham, que clasificó a su país con un magistral gol de falta, ya con Rehhagel como seleccionador. Con ese panorama el teutón tuvo claro que para ser tomados en serio lo primero que tenía que hacer era blindar la defensa.
Rehhagel intentó convertir a Grecia en una selección dura, disciplinada y sobre todo consciente de sus defectos. En su primer reto el alemán consiguió llevar a Grecia a la Eurocopa del año 2004, en una fase de clasificación en la que acabó primera de grupo, por delante de España. Los griegos ganaron 6 de los 8 partidos, encajando sólo 8 goles y logrando batir a domicilio a los españoles, que en aquel entonces estaban entrenados por Iñaki Sáez. Un solitario gol de Giannokoulos en el minuto 43 certificó la derrota de nuestro país frente a una Grecia que, pese a todo, no era tomada en serio.
El seleccionador tuvo claro lo que quería y a quien necesitaba para ello, pronto construyó un bloque muy homogéneo en el que no destacaba ningún jugador por encima de otro. Sin jugadores especialmente técnicos ni tampoco un físico desbordante, la Grecia de Rehhagel defendía en su propio campo, entregando muchos metros al rival, achicando espacios en el último tercio del campo y confiando en que las pocas llegadas propias acabaran entrando en la portería rival. Portería a cero era mandamiento número uno, algo en lo que el portero Nikopolidis tenía un papel muy relevante, casi tanto como una defensa que formaba con cuatro o cinco hombres dependiendo del rival, pero siempre con Seitaridis, Fyssas y sobre todo Dellas formando parte del once titular. Por delante se confiaba en los regios Basinas y Zagorakis, dos mediocentros posicionales, ideal el primero para jugar justo por delante de los centrales y el segundo algo más ágil, sin embargo ambos muy justitos en cuanto a técnica individual. Por delante de ellos Rehhagel confiaba en Katsouranis, otro centrocampista de trabajo y buen golpeo de balón que el entrenador alemán escoraba a la derecha, mientras que en la otra banda Giannakopulos aunaba trabajo y explosividad, aun sin ser un jugador con un uno contra uno destacado. La imaginación, si es que había alguna en este equipo griego, corría a cargo de Karagounis, centrocampista llegador que años después jugaría en el Inter de Milán. Arriba Charisteas se encargaba de enganchar algún que otro centro al área, al tiempo que caía a banda derecha cuando Katsouranis centraba su posición para formar un trivote con Zagorakis y Basinas. A Otto Rehhagel sólo le faltaba plantar el autobús en una selección en la que su jugador más técnico, el gran Vassilis Tsartas, era suplente.
Grecia llegó clasificada como primera de grupo a aquella Eurocopa, sin embargo no tuvo suerte y el sorteo les encuadraba en un complicadísimo Grupo A junto con Portugal, el anfitrión, España y Rusia. Sin duda los helenos eran la perita en dulce de aquel grupo, por lo menos a priori. En el primer partido los de Rehhagel ya dieron la primera sorpresa del torneo al batir a Portugal por 1-2 con goles de Karagounis y Basinas, el gol portugués llegaría en el 93´ obra de un jovencísimo Cristiano Ronaldo.
Grecia ya no ganaría ninguno de los dos partidos restantes al empatar primero con España y perder contra Rusia en el último partido del grupo, sin embargo sus 4 puntos le valdrían para pasar a la siguiente fase, apeando a los españoles a las primeras de cambio. Una vez más España decepcionaba, meses después Iñaki Sáez dimitiría.
Grecia sería segunda de grupo y se veía las caras con Francia, que estaba en una fase de declive tras sus éxitos en el Mundial de Francia 98 y la Eurocopa de Holanda y Bélgica 2000, sin embargo todavía presentaban un plantel de muchos quilates, con Thierry Henry, Zinedine Zidane o Claude Makelele, entre otros. El partido transcurrió como se esperaba, Francia tuvo la posesión del balón durante prácticamente todo el encuentro pero Grecia conseguía minimizar el peligro de los galos, a quienes les costaba un mundo llegar cerca de la portería de Nikopolidis. Era una Francia lenta, con el continuista Jaques Santini en el banquillo y con Henry o Trezeguet a su mejor nivel de siempre. A pesar de que Francia tuvo la pelota, Grecia supo aprovechar una de las pocas ocasiones del encuentro, en el minuto 65 Charisteas cabeceaba a la red un buen centro de Zagorakis y hacía el único gol del partido. La poca imaginación de los franceses se hizo más palpable que nunca y Grecia, contra todo pronóstico, era equipo de semifinales.
El siguiente rival para los helenos sería la República Checa, una selección que contaba con jugadores de renombre como Pavel Nedved, Tomas Rosicki o el gigantón Jan Koller, más allá de un Milan Baros que vivió toda su vida de aquella gran Eurocopa en la que marcó 5 goles, siendo el máximo anotador de su selección y del torneo. Ni Baros ni ningún checo fue capaz, una vez más, de batir a Nikopolidis durante más de 90 minutos. Aquel partido se iría a la prórroga y ahí, otra vez a balón parado, Dellas haría bueno un centro de córner de Karagounis. Minuto 106 y Grecia era finalista.
En la final Grecia era una vez más el convidado de piedra. Todo Portugal quería coronarse campeón de Europa y rendir homenaje a un conjunto inolvidable liderado por Luis Figo y en el que formaban grandes estrellas como Ricardo Carvalho, Rui Costa o el ex-barcelonista Deco. Por aquel entonces Cristiano Ronaldo ya empezaba a destacar como uno de los mejores jugadores jóvenes del planeta pero su nivel estaba lejos de lo que vemos ahora. Scolari lo pegaba a banda, CR todavía no tenía ese disparo tan demoledor que adquirió después ni gozaba de ese instinto rematador que ha ido desarrollando con los años, era otro jugador.
Otto Rehhagel no pudo contar con uno de sus puntales, Karagounis estaba sancionado y el seleccionador griego alineaba a Vryzas, delantero que jugaría años después en Vigo y del que se guarda un buen recuerdo. Los dos delanteros no alteraron el plan de los helenos, que se limitaron a defender durante todo el partido, sabedores de que el principal problema de Portugal estaba en el poco gol que exhibían sus delanteros centros. Ni Pauleta ni Nuno Gomes acababan de convencer del todo ni a Scolari ni a la afición lusa, que depositaba todas sus esperanzas en la creatividad de sus hombres de medio campo.
Grecia campeona Eurocopa 2004: vídeo de la final ante Portugal
Portugal lo intentó durante todo el encuentro, Grecia estuvo como siempre muy metida atrás, los desbordes por banda de Figo y Ronaldo no surtían efecto, tampoco los tradicionales disparos de Maniche, que eran repelidos por Nikopolidis. Grecia esperó su ocasión y una vez más la suerte le sonrió. En el minuto 57 un córner botado por Basinas acababa con un brillante cabezazo de Charisteas que a posteriori sería el gol definitivo, el gol que milagrosamente le daba el título de la Euro a la sorprendente Grecia.
Aquel partido sería recordado por las lágrimas de Cristiano Ronaldo, las primeras lágrimas de un jugador destinado a reinar por encima de todos. Pudo hacerlo aquel día, contaba con una generación de jugadores casi irrepetible, con Rui Costa y Luis Figo viviendo una de sus últimas grandes citas y con Deco a su mejor nivel, sin embargo un grupo de jugadores desconocidos pudo arrebatarles la gloria.
Años después de aquel triunfo el milagro griego sigue vivo. Algunos jugadores firmaron en conjuntos de grandes ligas aprovechando el tirón de la Eurocopa, así Dellas acabó pasando por Perugia y Roma, Zagorakis, nombrado mejor jugador de la Euro, desembarcaba en la bonita Bolonia y Charisteas cambiaría un año después el Werder Bremen por el Ajax. Ninguno de ellos triunfaría por todo lo alto, quedando aquella Eurocopa de 2004 como el más grande e inesperado título de sus carreras. Katsouranis y Karagounis, jugadores más consolidados en el viejo continente, siguieron a su habitual nivel, el primero dejó el Benfica para jugar en el Panathinaikos, mientras que el segundo jugaría en el Inter de Milán y en el Benfica, pasando sin pena ni gloria por ambos conjuntos. Por su parte el arquero Nikopolidis seguiría defendiendo el arco del Olympiakos siete años más y el gran artífice de la Grecia campeona, Otto Rehhagel, continuó siendo seleccionador griego hasta 2011, cuando se despidió y firmó por el Hertha de Berlín, donde estuvo una temporada.
En 2016 el triunfo de los helenos sigue siendo tan inexplicable como esperanzador, un halo de ilusión para todos aquellos equipos de los que no se espera nada…y que sin embargo acaban consiguiéndolo todo.
Grecia campeona Eurocopa 2004.